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Actualizado: 29 de junio de 2025
Tenía en la viña muchas hermosas uvas. Entonces dijo: Mis uvas son las 40 más hermosas de Extremadura. Nunca he visto uvas tan hermosas. Al fin llegó el otoño y empezó la vendimia. El hombre cogió algunas uvas pero eran ácidas como el vinagre. Nunca había visto uvas tan agrias. En este momento llegó el extranjero. Este 45 año, dijo hace Vd. el tiempo. ¿Cómo encuentra las uvas?
Hoy hacía 15 mucho frío, mañana mucho calor; ora el tiempo era muy húmedo, ora muy seco. Un día entró en su viña. Allí estaban las hermosas uvas. Tenía más uvas que todas las otras personas de Extremadura; pero no estaba satisfecho. Estas uvas son muy pequeñas dijo. Hace 20 mal tiempo; hace mucho frío. No hace bastante calor. En este momento se presentó en la viña un hombre alto y hermoso.
Aquel día cazaba yo en los alrededores del pueblo en donde él habita. Había llegado el día anterior y no tenía en la localidad más conocimientos que el doctor *, avecindado allí tan sólo desde pocos años antes. En el punto de salir nosotros del poblado otro cazador apareció sobre una pendiente plantada de viña que limita el horizonte de Villanueva por levante.
María de Córdoba y á su obispo electo D. Lope, para sí y sus sucesores, con todas las fórmulas y solemnidades de cancillería, las décimas de los almojarifazgos, salinas y rentas, que tenia en Córdoba, con quinientas aranzadas de viña, y la tercera parte de sus olivares, y cien aranzadas de huertas . Ya D. Lope, antes de ser electo obispo, habia recibido pruebas de la munificencia y predileccion de su soberano . En el año 1240 y siguientes hizo el santo rey nuevas donaciones al obispo y cabildo, y á 15 de febrero de 1245 le hizo la última.
«... Vos doy e conçedo los diezmos de mi almoxarefadgo, alguacilado de las quintas salinas e mi tienda, e de todos los réditos que tengo en Córdoba, a vos fago donacion de dos fornos e aquellas dos aceñas que fueron de Ordoño Alvaro, e vos doy quinientas aranzadas de viña e cien aranzadas de huerto e la tercera parte de todo mi olivar, etc.» Privilegio citado.
9 Y comenzó a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, y la arrendó a labradores, y se ausentó por muchos tiempos. 10 Y al tiempo, envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; mas los labradores le hirieron, y enviaron vacío. 11 Y volvió a enviar otro siervo; mas ellos a éste también, herido y afrentado, le enviaron vacío.
D. Aureliano tenía hacienda de olivar y viña en el cercano lugar de Zuheros; iba a menudo por allí, y se preciaba de saber, y había investigado y de seguro sabía, todo cuanto desde muchos siglos atrás había acontecido en aquella comarca.
Tenía sed de vivir, de gozar, y cuando en medio de su existencia azarosa le acometía la duda de lo futuro, veía, cerrando los ojos, la graciosa sonrisa de María de la Luz, escuchaba su voz, que siempre le decía lo mismo cuando él se presentaba en la viña. Rafaé: me dicen muchas cosas de ti y toas son malas... ¡Pero tú eres bueno! ¿verdá que cambiarás?...
La viña estaba llena de mujeres, y a Luis le agradaba el trato con aquellas mozas serranas que reían las gracias del señorito, y agradecían sus generosidades. María de la Luz y su padre acogían como un honor la asiduidad con que Luis visitaba la viña. De la ruidosa aventura de Matanzuela, apenas si quedaba un lejano recuerdo. ¡Cosas del señorito!
Y enumeraba las condiciones que debe tener una buena viña jerezana, plantada en tierra caliza, que esté pendiente, para que las lluvias corran y no refresquen en demasía la tierra, quitando fuerza al mosto. Así se producía aquel racimo, gloria del país, con sus granos pequeños como balines, transparentes y de una blancura de marfil.
Palabra del Dia
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