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Actualizado: 15 de junio de 2025


Tres doncellas, de la servidumbre del maestro Raimundico, las tres muy aseadas y graciosas, sirvieron luego la cena en el comedor contiguo. En Villalegre se vive aún a la antigua usanza. Todos los vecinos acomodados comían la sopa y el puchero a las dos de la tarde.

Había, sin embargo, en Villalegre otra persona, que en más pequeña esfera y en más reducidos términos, si no competía, se acercaba mucho al mérito de don Paco por la multitud de sus conocimientos y habilidades y por lo hacendosa y lista que era. Hablo aquí de la famosísima Juana la Larga. Imposible parece que esta mujer atinase a hacer bien tantas cosas diversas.

Hasta entonces tenía ella una vaga esperanza de poder preparar el ánimo de doña Inés, a fin de evitar su enojo; pero si esto no se lograba, Juanita estaba decidida, contando con la decisión de don Paco, a arrostrar el enojo de doña Inés y el de todo el mundo y a hacer su gusto casándose, aunque ella, su futuro y su madre tuvieran que abandonar por insufrible el pueblo de Villalegre, perdiendo la posición que en él gozaban.

Este hermano mayor era nada menos que el marido de doña Inés y yerno de don Paco, el ilustre don Alvaro Roldan, uno de cuyos antepasados había costeado la imagen de la Virgen, así como la de Santo Domingo, obras ambas de Montañés, según se jactaban de ello los naturales de Villalegre.

Por otra parte, y mientras en Villalegre permaneciese, juzgaba él que sería ya inútil para todo y que no valdría ni para secretario de Ayuntamiento, ni para consejero de don Andrés, ni para colaborador del escribano, ni para pasante de los abogados Peperris.

Por él estuviste poco ha, y volverías a estar si de nuevo te desmandaras, muy a punto de morir ahorcado como un zorzal entre mis dedos, convertidos en percha. Pero no pienses más en eso. ¡Qué lástima si hubiera dado yo, sin querer, un día de luto a la ya entonces mal llamada Villalegre! Ahora no debemos pensar sino en el gran placer que hay en renovar amistades después de una brava batalla.

Desecho, pues, la suposición implícita y acepto y empleo los vocablos de «cacique» y «cacicazgo» como los más usados y adecuados para expresar la condición de don Andrés y el poder que en Villalegre ejercía.

No cómo reconoció o creyó reconocer don Paco que se hallaba en aquel momento más cerca de Villalegre; que se hallaba a menos de dos leguas de distancia, en un coto propiedad de don Andrés y donde don Andrés solía venir a cazar.

Se había fundado su miedo en que reconoció que la luz salía de la casita del viejo guarda del coto, el cual había muerto la víspera de la salida de don Paco de Villalegre, y era muy poco probable que don Andrés hubiese nombrado en seguida a otro guarda para donde apenas había cosa que guardar.

Acometidas súbito de una ráfaga de valor, casi todas las damas declararon que estaban dispuestas a bajar con sus compañeras. Fué necesario enviar inmediatamente a Villalegre por los impermeables. La jaula, movida por vapor, estaba preparada para recibir a los ilustres expedicionarios. Constaba de dos pisos, en cada uno de los cuales cabían ocho personas en pie.

Palabra del Dia

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