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Actualizado: 13 de julio de 2025
Por mucho que se esforzara para leer lo que había en mi alma, estaba bien seguro de que nada descubriría; pero comprendiendo que algo buscaba, y aunque no acababa de adivinar cuáles podían ser los sentimientos, muy presumibles, que Oliverio me suponía, viéndome objeto de tal investigación reflexioné y surgió en mí una sospecha que me llenó de turbación.
Y las montañas, con sus bosques, sus peñas y sus ruinas, permanecerán siempre en el mismo sitio, como diciéndonos: ¡Acuérdate, acuérdate! Ya me has visto, ahora me ves y seguirás viéndome por los siglos de los siglos.» Así soñaba la anciana, y el porvenir no la causaba ya miedo; los pensamientos sólo eran para ella recuerdos.
Alguno murmuró, viendome ageno Del honor que pensó se me debia, Del planeta de luz y virtud lleno. En esto pareció que cobró el dia Un nuevo resplandor, y el aire oyóse Herir de una dulcisima harmonia. Y en esto por un lado descubrióse Del sitio un esquadron de ninfas bellas, Con que infinito el rubio dios holgóse.
Pues, estando en tal aflición, cual plega al Señor librar della a todo fiel cristiano, y sin saber darme consejo, viéndome ir de mal en peor, un día que el cuitado ruin y lacerado de mi amo había ido fuera del lugar, llegóse acaso a mi puerta un calderero, el cual yo creo que fue ángel enviado a mí por la mano de Dios en aquel hábito. Preguntóme si tenía algo que adobar.
Viéndome perdida, porque trataba de pasar de las palabras a las obras, cogí un Santo Cristo de ébano que había sobre la mesa de noche y lo puse delante de mí, diciendo: ¡Señor, protegedme!... Entonces él, como si viera el diablo, se marchó corriendo... Después tuve dos ataques muy fuertes. Creí que me moría. Cuando pude coordinar las ideas, era ya cerca de noche.
Luchando sin cesar entre estos impulsos empecatados y las repugnancias de mi conciencia de hombre formal, hubo ocasión en que me reí de mí propio, viéndome discurrir con el criterio de un colegial mal avenido con su encierro. ¡Qué cosas se me ocurrían para justificar una escapada, con promesa de volver y propósito de no cumplirla!
Como la necesidad sea tan gran maestra, viéndome con tanta, siempre, noche y día, estaba pensando la manera que ternía en sustentar el vivir; y pienso, para hallar estos negros remedios, que me era luz la hambre, pues dicen que el ingenio con ella se avisa y al contrario con la hartura, y así era por cierto en mí.
El incienso esparcía nubes ante mis ojos; mi familia lloraba de emoción viéndome nada menos que ministro de Dios.
La incision crucial me hizo dar un grito tan desaforado, que atemorizado el cirujano se cayó de espaldas; y creyendo que estaba disecando á Lucifer se escapó muerto de miedo, y se volvió á caer de la escalera abaxo. Al estrépito acudió su muger de un quarto inmediato; y viéndome tendido en la mesa con la incision crucial, se asustó mas que su marido, se escapó, y se cayó encima de él.
Arremetió a mí en viéndome, que, según estaba, fue mucho conocerme. Yo le abracé; preguntóme cómo estaba; díjele luego: ¡Ah, señor licenciado, qué de cosas tengo que contarle! Sólo me pesa de que me he de ir esta noche y no habrá lugar. -Eso me pesa a mí -replicó-, y si no fuera por ser tarde, y voy con prisa a comer, me detuviera más, porque me aguarda una hermana casada y su marido.
Palabra del Dia
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