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Actualizado: 4 de junio de 2025


La acumulación del capital por razón de la venta; la ventaja de la retención, á causa de la escasez; el aumento del pedido en proporción á la demanda, y el acopio y almacenaje ante el cálculo racional del expendio y la necesidad, fuentes de todo comercio, no las negamos en el muestrario oficial, pero lo que desde luego aseguramos, es que dichas fuentes no vertían sus caudales en las cajas de la entidad jurídica llamada Estado, sino en la positiva de los administradores al par que administrados.

Pusieron en ella un leon entre un antélope y un cocodrilo; al lado opuesto un águila y un dragon, y entre ambos grupos una paloma, un halcon, un pavo real, una gallina, un gallo, un milano y un buitre. Todos estos animales eran huecos y vertian en el tazon de la fuente chorros de agua cristalina.

Sus hijos y su suegra, aunque sin gritar tanto como ella, vertían también abundantes lágrimas. Al oir este coro desgarrador, los tres marineros apretaron el paso, los vecinos de la calle salieron á sus balcones, y yo me decidí á seguir á mis conocidos hasta el desenlace de la escena, cuyo principio había presenciado.

Tendiole la mano y Amaury se le acercó y se postró ante él de hinojos. Bendígame, padre mío, dijo. El doctor puso, sin decir palabra, las manos sobre su cabeza. Amaury permaneció unos momentos en esta posición mientras sus ojos vertían abundantes lágrimas. Antoñita hacía lo mismo; sólo el viejo permanecía impertérrito. Por fin, levantose el joven y acercándose a Antoñita le besó la mano.

»A pesar mío, mis ojos vertían abundantes lágrimas, y una incertidumbre angustiosa agitaba y oprimía mi corazón. »¿La noche que debía usted bendecir nuestra unión le dije, se alejó de nosotros voluntariamente o se le obligó a dejarnos? »No, lo hizo por mismo, obligado solamente por el honor, por el deber. »Una pregunta más, Teobaldo: ¿en su lugar, hubiera usted hecho lo mismo? », señora.

Entonces el corazón del ladrón se abrió como una granada y sus ojos vertían agua como una fuente. Su dolor fue tan agudo, y tan vivo su arrepentimiento, que le penetraron el pecho como dos puñales y se murió. Entonces el niño tomó la copa llena de lágrimas y voló con el alma de su padrino al cielo, donde entraron y donde quiera Dios que entremos todos.

Las Maimaison descollaban rosadas y turgentes, como un hermoso seno; las se deshacían, dejando pender sus desmayados pétalos; las de Alejandría, erguidas y elegantes, vertían su copa de esencia embriagadora; las musgosas reían irónicas con sus labios de carmín, al través de una barba tupida y verde; las albas desafiaban a la nieve con su fría y cándida belleza, con su rigidez púdica de flores de batista.

Después fue abrazando una por una a sus nuevas compañeras. Mientras duró esta escena, muchas de las señoras del concurso vertían lágrimas. El obispo dijo la misa solemne, y al concluir, todas las religiosas, incluso María, comulgaron. Don Serapio apenas cerraba boca. El órgano chilló, silbó y roncó con más brío que nunca, estimulado quizá por la competencia.

Una nota cómica, al par que repugnante, del saqueo de La Maya, fué sin duda la que ofrecieron las mujeres negras que acompañaban á los alzados, las cuales, con un refinamiento de coquetería verdaderamente salvaje, penetraban en los establecimientos y casas particulares, y haciendo caso omiso de otro botín más valioso, se apoderaban con avidez de los frascos de perfume, que destapaban de cualquier modo, y vertían el contenido de los mismos sobre sus cuerpos sudorosos y jadeantes.

Palabra del Dia

rigoleto

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