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»Está enfadado conmigo porque cree que no le he sido franco, porque le he ocultado como un agravio este amor que no debía ni podía ofenderle. Lea usted en mi corazón y verá si hay que culparme.

En él verá V. E. que la inundaciones anuales de dicho rio no permiten el menor establecimiento á los Lusitanos en su costa oriental, desde el rio Corrientes ó Appa para el norte: pues, aunque el cerro del Pan de Azucar y sus inmediatos no se inunden, segun las últimas noticias, no puede hacerse establecimiento en ellos sin grandes costos, á mi ver, superiores al poder portugues, porque son de peña viva.

Todos éstos alternan por semana con otros tantos, y ni unos ni otros trabajan para la comunidad, porque la semana libre es para ellos; a lo que agregará usted los muchachos sirvientes, que cada uno tiene dos lo menos, y verá usted qué cuenta tan abultada saca. Además de esto, todos los sábados ha de traer cada persona un palo para la leña del consumo de la semana.

Déjate de medicinas... ¿Para qué ya?... Vaya, D. Plácido, prepárese; verá qué golpe... Se me ocurrió una idea, hace poco, cuando estaba sin habla, al punto que me entraba también la idea de mi muerte... Ponga ahí lo que yo le diga: «Señora doña Jacinta. Yo...». Yo... repitió Plácido.

No; no dice eso y D. Basilio se interrumpió para reír con toda sinceridad . Lo que dice es que no pare, no pare.... Pero ya verá usted cómo en su día, aún lejano, damos a luz un robusto infante.

El banco inmenso de hielo, pardo y onduloso, se detiene repentinamente á la vera del valle, formando una alta muralla que parece cortada á pico.

Usted conoce Macbeth y sabe cuál es el espanto del asesino coronado cuando ve levantarse en medio del festín la sombra de su víctima. Examine usted á su prometido y á la cantante y verá reproducirse la tragedia. Pero tenemos que habérnoslas con personas temibles. En una situación parecida la Hawkins se dominó admirablemente y acaso ahora intente burlarnos.

Quitad eso, y el monte Calvario no verá al Nazareno pendiente de una cruz, y á la Vírgen María pendiente de los clavos del Nazareno. Arrancad esa sangre y esas lágrimas sacratísimas del alma del hombre, y le arrancareis casi toda su alma.

En suma: yo le ofrezco a usted, como tal representante, cincuenta pesos al mes, y a ella una escritura con mi firma en blanco para que fije el sueldo que quiera. ¡Verá usted qué temporada! Estaban comiendo solomillo con trufas, que a don Quintín le parecieron patatas de luto; don Juan seguía hablando entre bocado y sorbo.

Sin mas su affmo, amigo. Campamento Vinento, Junio 7 de 1912. General de División, Felipe Vera. Ejército Reivindicador Cuartel General en Campaña A la Jefatura General. Sr. Jefe de la Provincia Oriental.