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Actualizado: 19 de julio de 2025


Y aún será mayor el asombro de éste cuando su sabio guía toque ciertos resortes, abra ventanillas en el vientre y en el pecho a las figuras mencionadas y hasta les levante con suavidad y sin el menor daño la tapa de los sesos. El ateniense exclamará entonces, como el personaje de una aplaudida zarzuela: Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad.

Lo cortés y comedido de la conversación y la ausencia de humo de cigarro y de tacones de bota en las ventanillas del carruaje, indicaban bien a las claras que albergaba una mujer en su interior.

Ya oscilaba la férrea culebra cuando él penetró en el departamento, cerrando la portezuela tras de . El compasado balance fue acelerándose, y el tren completo cruzó ante las gentes de la despedida, dejándoles en los ojos confusos torbellino de líneas, de colores, de números, la visión rápida de las cabezas asomadas a todas las ventanillas.

Y la tartana siguió adelante, hasta que de repente saltaron al camino quince o veinte guardias, una nube de tricornios con un viejo oficial al frente. Por las ventanillas entraron las bocas de los fusiles apuntando al roder, que permaneció inmóvil y sereno, mientras que mujeres y chiquillos se arrojaban chillando al fondo del carruaje. Bolsón, baja o te matamos dijo el teniente.

¡Muy bien! respondió Nieves, fascinada por el lance, con los ojos voraces, la boquita entreabierta y palpitantes las rosadas ventanillas de la nariz. El barco había entrado en su andar desembarazado y franco; y ciñendo siempre para ganar terreno hacia fuera, no cesaba de inclinarse.

El otro era más joven, de color pálido tirando a aceitunado, el pelo y cejas de grandísima negrura, la nariz afilada el bigote corto y espeso, modelado por la navaja de una manera singular con arreglo a la moda más ridícula que puede imaginarse, la cual consistía en trazar dos líneas rectas desde las ventanillas de la nariz a los extremos de la boca, dibujando así un pequeño mostacho rigurosamente triangular que llevó el nombre de bigotillo de moco.

Sin embargo, diseminadas aquí y allá, orando prosternadas frente a los altares con la cabeza cubierta, veíase algunas mujeres; otras se arrimaban a las ventanillas enrejadas de los confesonarios y extendían la mantilla por ambos lados de la cara para depositar con un cuchicheo imperceptible sus pecados en el sagrado tribunal de la penitencia.

Como ya no tenían que decirse, los intervalos de silencio eran cada vez más prolongados. Ambos miraban, por las ventanillas, el paisaje, que se iba oscureciendo poco a poco. El carruaje se deslizaba suavemente con rumor blando y voluptuoso; los caballos, enderezados hacia casa, piafaban de vez en cuando con la perspectiva del pesebre.

La condesa se empeñó en entrar; yo la seguí. La luz se filtraba con trabajo dentro del exiguo templo por dos ventanillas estrechas que más parecían grietas. Colgada frente al altar de la Virgen, chisporroteaba una lámpara de bronce.

Andrés, después de asomar la cabeza por las ventanillas y mirar y remirar en vano, se atrevió a preguntar a sus compañeros: ¿Qué significa esta detención? Nada, que se apeará aquí el gerente. ¡Ah! Marido y mujer cambiaron entonces una mirada menos vaga y mortecina que las que ordinariamente despedían sus ojos revestidos de carne. Un mismo pensamiento cruzó por sus acuosas masas encefálicas.

Palabra del Dia

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