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Actualizado: 23 de junio de 2025
Por un lado del tren, se abarcaba el vertiginoso movimiento de la ría con sus barcos y fábricas: por la ventanilla opuesta, admirábase la paz de los campos, el trabajo cachazudo y tranquilo de los aldeanos, removiendo la tierra arcillosa. Las mujeres, con la falda atrás y las piernas desnudas, sudaban dobladas sobre el surco.
Me puse a componerle unos versos, unas quintillas; mas a la segunda tropecé con un consonante difícil, labios; resabios no pegaba, ni menos los otros poquísimos que hay. Así que un poco irritado rasgué el papel y lo arrojé por la ventanilla. La locomotora corría por los campos de la provincia de Córdoba.
Sus gestos y sus palabras evocaron en la memoria de Ulises la imagen de la doctora increpando á la tierra italiana desde una ventanilla del vagón el primer día en que se hablaron. Estaban las dos mujeres en Nápoles, entreteniendo su inútil espera con viajes á las poblaciones cercanas, cuando encontraron al marino.
El juez acababa de bajar el vidrio de la ventanilla, sacó fuera la cabeza, y comenzó una serie de preguntas que, a ser contestadas satisfactoriamente, hubieran dilucidado, sin duda alguna, todo aquel misterio. A todo esto replicó el auriga que si no saltábamos del coche para ayudarle en llamar a Magdalena quizá tendríamos que permanecer toda la noche en él.
Ruiloz quedó solo e inmóvil en el andén, al borde de la vía... triste, atormentado de mil cavilaciones; pero pronto abrió el alma a la esperanza, porque Julia permaneció asomada a la ventanilla hasta perderse el tren de vista en una curva que comenzaba junto a la salida de agujas.
Y con mezcla de solemnidad y enternecimiento, añadió, clavando en ella sus expresivos ojos : ¡Cristeta..., júramelo..., por tu hijo! Bien; te lo juro por el niño, y ten prudencia, por la Virgen del Carmen. Corrió hacia el coche, y don Juan se quedó mirándola embelesado. Al arrancar la berlina se asomó a la ventanilla fingiendo que se incorporaba para acomodarse en el asiento.
Me estremezco de alegría al pensar que voy a mostrar a Yolanda su nueva morada bajo una gloria semejante. Y esta alegría se la debo a Lotario, a mi querido muchacho... Tal vez le debo más todavía, por que la primera impresión decide a veces de toda una existencia... ella se ha inclinado hacia la ventanilla, y, al resplandor de los fuegos, veo sus ojos animados por una curiosidad ávida, ansiosa.
No podía contenerse; iba de una ventanilla a la otra, interrogando la casa y los campos y buscando una figura humana. Por fin saltó a tierra, corrió hacia la villa, encontró todas las puertas abiertas y no vio a nadie. Retrocedió y penetró en el jardín del Norte; estaba desierto. Una puertecita y una escalerilla llevaban al jardín del Mediodía. Se lanzó por ella y se aventuró por las avenidas.
Arrancó el coche y Currita respiró desahogada: indudable era que las dos amigas se marchaban al Real a correr alguna juerga... Volvióse entonces la dama a su coche, decidida a esperar allí pacientemente, y recatándose lo posible, acomodóse lo mejor que pudo en el fondo, sin dejar de mirar por la ventanilla a lo largo de la calle.
Una de las cosas que más alegría les causó fué la aparición de Cobo Ramírez en la ventanilla con la gorra galoneada de un empleado exigiéndoles el billete. Cobo estaba en el otro salón y había venido por el estribo, arriesgándose un poco, pues el tren llevaba extraordinaria velocidad. Se le acogió con aplausos. Las chicas enviaron recaditos a sus vecinas las del otro coche.
Palabra del Dia
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