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Vengan acá y respondan dijo Santorcaz, excitando la curiosidad de sus oyentes . ¿No les parece que el mundo está muy mal arreglado? Abriéronse varias bocas con estupefacción, y no se oyó ninguna respuesta.

Otros, en su afán de acumular nombres, vengan o no al caso, se acomoden o no a la historia y geografía; la aplican los de Tintania, Turupia, y Tiar-Julia, y hasta el de Turdeto o Turbeto, suponiendo haberla fundado los turdetanos que los cartaginenses enviaron de la Bética o Andalucía, para oponerlos a Sagunto confederada de los romanos: el mismo poco caso que hacemos de estas palabras, hacémoslo extensivo a la de Terulium, que Don Juan de la Serna trae en su diccionario geográfico.

Casi todas las mujeres de los tiempos antiguos cuando se ven despreciadas se vengan más ferozmente. ¿Por qué introdujo venenos Naturaleza si había Para dar muerte desprecios? ¡Qué atrocidades y qué horrendos crímenes no comete la heroína de La devoción de la Cruz, cuando el católico dramaturgo nos la representa irritada por un desprecio no real, sino imaginado!

Al hacer las anteriores manifestaciones cumplimos con un deber de españoles: en este libro nos hemos propuesto decir la verdad en todo y por todo, y aunque las ideas y opiniones del autor difieran de las del fraile, está en el deber de hacerles la justicia de que son acreedores. ¡Ojalá que todos los españoles que vengan á Filipinas se conduzcan cual lo hacen aquellos!

A la distincion arriba explicada en nada obstan los sistemas que pueden adoptarse sobre el orígen de las ideas; ora se las suponga adquiridas, ora innatas, ora vengan de los sentidos, ora sean tan solo excitadas por ellos, lo cierto es que nada sabemos, nada pensamos, si los sentidos no han estado en accion.

Yo no creo que haya tales Cortes dijo Amaranta porque las Cortes no son más que una cosa de figurón, que hace el rey para cumplir un antiguo uso. Como ahora estamos sin rey... ¿Pues no ha de haber? Nada; vengan esas Cortes. Cortes nos han prometido, y Cortes nos han de dar. Pues poco bonito será este espectáculo.

Para la mujer sólo hay un acontecimiento capaz de producir tales y tan instantáneos efectos: nuestros lectores lo saben y aún mejor nuestras lectoras. ¿Estaría la condesa enamorada? Dejemos que los acontecimientos, próximos por fortuna, vengan á esclarecerlo.

También pensó mucho en el Pituso. «Se me figura que ahora le quiero más. ¡Pobrecito, tan lindo, tan mono y no parecerse...! Pero si yo me confirmo en que se parece... ¡Que es ilusión! ¿Cómo ha de ser ilusión? No me vengan a con cuentos. Aquellos plieguecitos de la nariz cuando se ríe... aquel entrecejo...». Y así estuvo hasta muy tarde.

No es conmigo, Hullin, con quien tiene usted que hablar. ¡Cómo!... ¿Acaso valemos menos que nuestros antepasados? ¿Acaso ellos no se han defendido?... ¿No ha sido preciso exterminarlos a todos, hombres, mujeres y niños? Entonces, Catalina, ¿usted es partidaria de la defensa? ¡, ..., en tanto que me quede un soplo de vida! ¡Que vengan, que vengan! ¡La vieja de las viejas aquí les espera!

¡Que vengan! dijo con una expresión trágica . ¡Me encontrarán en mi sitio!... Su sitio era el estudio. Quería ver las cosas de cerca para relatarlas á las generaciones venideras. Se mantendría firme, con sus provisiones de comestibles y vinos.