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Actualizado: 24 de julio de 2025


Habéis de saber que ese don Quijote que decís es el mayor amigo que en este mundo tengo, y tanto, que podré decir que le tengo en lugar de mi misma persona, y que por las señas que dél me habéis dado, tan puntuales y ciertas, no puedo pensar sino que sea el mismo que habéis vencido.

Flimnap, contento de esta entrevista, que le proporcionaba un poderoso apoyo, pasó, sin embargo, la noche en dolorosa incertidumbre, sin poder apartar de su memoria al vencido gigante. En las primeras horas de la mañana quiso verle, y se dirigió á la Galería de la Industria.

¿Pues no le estaba poniendo varas al Provisor?». Esto que no lo notaban, o fingían no verlo, los demás convidados, lo estaba observando él por lo que le importaba. Pero no se daba por vencido, insistía en galantear a la viuda, fingiendo no ver lo del Magistral. Ordinariamente Obdulia y Joaquinito se entendían. «¡Señor! ¡si había llegado a darle cita en una carbonera!

Vencido por la fatiga y el insomnio, empezaba a dormitar, cuando un carmelita que lo advirtió, le hizo cosquillas con una pluma en la nariz, diciéndole: Piensa en la muerte, hermano. El gitano se despertó sobresaltado y lanzó una mirada terrible al santo varón. Más bien debe bendecirme, hermano dijo éste , porque ahí tiene usted al reverendo Pablo, superior de San Francisco, que viene a verle.

Gerardo parecía presa de un violento combate; lloraba, retorcíase las manos, y en fin, cayendo de rodillas a los pies del lecho de Juanita, exclamó: Me ha vencido usted... no le puedo negar nada... ¡Aunque él deba maldecirme todavía; aunque deba matarme esta vez, volverá usted a verle, señora... , volverá usted a verle!

Aquella señora estaba en las últimas, le llamaba a gritos; era un crimen negar el último consuelo a una moribunda, y él no lo consentía. Sentíase capaz de llevárselo a viva fuerza. Luis, vencido por la voluntad del viejo, se dejó arrastrar y subió a un coche, insultándose mentalmente, pero sin fuerzas para retroceder... ¡Cobarde! ¡Cobarde para siempre!

Este orientalismo es tan español y tan poco oriental, que á raíz de la última reconquista se manifiesta esplendorosamente en prosa y en verso en nuestra literatura española y nace del concepto fantástico, transfigurado y hermoso, que la mente de los vencedores crea y forma de las costumbres, usos, pasiones y cultura del pueblo á quien ha vencido.

Una vez realizado tan felizmente el rescate del Rey, le tocaba a Sarto ocultar a todos el cautiverio de éste. Se había verificado la sustitución, y el Rey, herido gravemente, según a todos se dijo, por los carceleros que tenían cautivo a uno de sus fieles amigos, había vencido por fin y se hallaba en la habitación de Miguel el Negro.

Recuérdese nuestra lucha de la independencia; jamás un ejército español pasó al sur de Tucumán; jamás en nuestros campos reclutaron hombres los realistas. Más aún: en medio de la lucha se observaban las leyes de la guerra, y después de nuestros desastres, como después de nuestros triunfos, el respeto por la vida del vencido era una ley sagrada.

-Nunca yo acostumbro -dijo don Quijote- despojar a los que venzo, ni es uso de caballería quitarles los caballos y dejarlos a pie, si ya no fuese que el vencedor hubiese perdido en la pendencia el suyo; que, en tal caso, lícito es tomar el del vencido, como ganado en guerra lícita.

Palabra del Dia

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