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Actualizado: 26 de junio de 2025


Era Amparo. Necesitaba afectos, y mi alma se volvió a aquella existencia pura, a aquella niña que estaba muy pobremente vestida, enflaquecida por el hambre. Supe que no tenía padres, que estaba en poder de una mujer de la misma vecindad, que la había encontrado en la calle.

«Patricia le dijo su ama, afectando una curiosidad indiferente . ¿Sabe usted qué gente es esa del cuarto de al lado?». Señorita replicó la criada sin dejarla concluir ; como estoy aquí desde el día antes de salir usted del convento, ya conozco a toda la vecindad... ¿sabe? En ese cuarto vive una señora muy fina que la llaman doña Cirila. Su marido es no qué del tren.

La Virgen tenía una corona de hierro, en cuyos picos debió de haberse enredado una cometa de algún chico de la vecindad, pues un jirón de papel, todavía suspendido junto al cuerpo de la sagrada estatua, a impulsos del viento se movía. El papelejo fué lo que a me pareció un brazo que se movía y una mano que me llamaba.

El otro dia su colono N. le amenazó terriblemente. Y es muy malo..... Oh! terrible.... está acostumbrado á la vida bandolera.... vamos, tiene atemorizada la vecindad.... ¿Y cómo estaban ahora? A matar; esta misma mañana salian juntos de la casa del difunto, y hablaban ambos muy recio. ¿Y el colono solia andar por aquí?

Era indudable que iba a verme libre de la vecindad de aquella horrible vieja, y que por fin vendría un ser humano a sustituir a la espantosa bruja que durante dos años había afeado mi perspectiva con el espectro de Medusa.

Pero como no había más remedio que tomar algo para sostener las fuerzas, ambos se propinaron un huevo batido en vino y unos pedacitos de pan. De dormir, no se hable. La señora contaba las horas, medias y cuartos de la noche por los relojes de la vecindad, y no hacía más que medir el pasillo de punta a punta, atenta a los ruidos de la escalera.

La criada llevaba un lío de cosas, dádivas que la señora traía a los menesterosos de aquella pobrísima vecindad.

Un día dijo el tío Manolillo , por mejor decir, una noche... estaba yo en una casa de vecindad... tenía en ella un entretenimiento: una doncella asturiana que me ayudaba á comer mi ración; era ya tarde; de repente, en el cuarto de al lado, gritos, gritos desesperados, arrancados por un dolor agudo; gritos de mujer acompañados de invocaciones á la Madre de Dios.

Y por presto que yo acudí, ya estaba toda la vecindad conmigo, preguntando por el oso; y aun contándoles yo como había sido ignorancia de la moza porque era lo que he referido de la comedia , aún no lo querían creer. No comí aquel día; supiéronlo los compañeros, y fué celebrado el cuento en la ciudad.

Lo que hay es que no puede una mover un pie sin que venga toda la vecindad á decir por qué y por qué no. Cepos quedos dijo Carrascosa, que yo no dudo de que seas una mujer muy principal; pero debe evitarse que la gente ande diciendo cosas ... porque....

Palabra del Dia

irrascible

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