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Actualizado: 24 de julio de 2025


Iba á retirarme: ella cayó de rodillas cerca, de un canapé, y estalló en sollozos, con la frente apoyada sobre mi mano que había cogido. Yo había visto correr, hacía poco tiempo, lágrimas más bellas y más dignas; sin embargo, me hallaba conmovido. Veamos, mi querida señorita le dije, aún no es tarde, ¿es cierto? Ella sacudió con fuerza la cabeza. Pues bien, mi querida niña, tenga valor.

Descartémonos de la adhesión que pueden tener los Filipinos á España; supongamos por un momento con los escritores españoles que entre las dos razas sólo existen motivos de odio y recelo; admitamos las premisas cacareadas por muchos de que tres siglos de dominación no han sabido hacer germinar en el sensible corazón del Indio una semilla de afección ó de gratitud, y veamos si la causa española ha ganado ó no terreno en el Archipiélago.

La idea de unidad, no se la podemos dar mejor que presentándole un objeto. Veamos ahora cómo le daremos la del dos. Mostrémosle dos dedos; despues dos naranjas; despues dos libros; y en cada una de estas operaciones, hágase un signo cualquiera, pero siempre el mismo. Repitiéndose esta operacion muchas veces, el sordo mudo unirá la idea de dos á la del signo, y con la una se le excitará la otra.

Leto, al sentir esta estocada, se estremeció de pies a cabeza y se puso de veinticinco colores; y Nieves, al verle así, soltó la risa con toda su alma. Suyo o ajeno el clavel le dijo en seguida , el encontrármele yo aquí ha sido causa de un mal rato para usted. ¡Cuánto lo siento! Volvamos la hoja, si le parece, y veamos los dibujos.

Veamos, Toubac; ¿por dónde quieres pasar y por dónde quieres volver? No se trata ahora de proyectos, sino de realidades. Si sabes de algún paso, dímelo. Hace veinte años que recorro de una punta a otra la sierra, con Marcos, y conozco todos los caminos y senderos en diez leguas a la redonda; no veo más camino que el del cielo.

La hora del suceso es precisamente la en que se recogen los vecinos de esta tierra; veamos si esto no será que algunos quehaceres obligan á los unos á encender fuego, y á los otros á sacar la luz. Reflexiones sobre el ejemplo anterior.

Se levantó y se puso á pasear á lo largo del despacho. Temblaba; estaba aterrado. Pero no, no es esto lo que me indicó la duquesa de Gandía; no, no puede ser decía paseándose ; y luego... no me han llamado á palacio... este hombre está fuera de ... se engaña sin duda... veamos... dominémonos. Y se detuvo delante de Montiño.

Se lo daré a usted mañana o pasado... En fin, cuando nos veamos». Por un instante quedose perpleja y desconcertada la señora del buen Thiers, no sabiendo si arrepentirse del ofrecimiento que había hecho, o si congratularse del servicio que gallardamente prestaba a su amiga.

¿Habéis visto a Juanito Escalona? preguntó. dijo uno . Aquí ha estado hace una media hora. Me ha dicho que le aguardases, que a las cuatro menos cuarto en punto vendría. Bueno, esperaremos repuso avanzando con calma y sentándose al lado de ellos. La broma continuó. Veamos, veamos cómo está ese pulso dijo Rafael cogiéndole por la muñeca y sacando al mismo tiempo el reloj.

El significado de semejante prefijo nos lo dan las lenguas polinesianas: en Samoa se llama taga-ta el hombre; en Tahiti, perdiendo la g encontramos la palabra taa-ta. Es, pues, indudable que taga, hoy prefijo sin sentido propio como vóz aislada, significó primitivamente «hombre». Ahora, veamos la etimología de las otras voces á que lo hallamos unido, para denominar tribus más ó menos importantes.

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