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Actualizado: 6 de junio de 2025
¡Qué triunfo dar con ella la vuelta a la plazuela, cordialmente saludados por todo el mundo; pasear su sencillo traje negro con tanto orgullo como sus galones de oro; sentir su brazo estremecerse sobre el suyo y envolverla en esa tierna mirada de los hijos que hace fundirse el corazón de las madres!... ¡Querida tía Liette! Ninguna imagen la borraría jamás.
No habian sido hechos prisioneros con las armas en la mano y en la guerra misma, sino que se habian rendido y entregado á merced del vencedor en medio de su triunfo, y como acogiéndose á los sagrados derechos de la naturaleza. Pero ¿podremos afirmar que los mudéjares de Córdoba gozasen en la ciudad reconquistada del libre uso de su culto público, como los judíos que tenian su sinagoga?
Yo estaba ciega. Creí ver en V. un hombre extraviado que me enamoraba, que estaba prendado de mí, á quien por amor mío iba yo á cautivar el alma, haciéndola capaz de más altos amores. No advertí que ni siquiera era V. capaz del bajo y criminal amor de la tierra. Usted buscaba sólo la satisfacción de un capricho, un goce fácil, un triunfo de amor propio.
Efectivamente allí vivían tales sujetos. Nada más preguntó. Dió las buenas noches y se retiró á la habitación que D.ª Robustiana le había preparado. Cuando ésta y su consorte se encontraron solos miráronse con ojos donde brillaba la sorpresa y el triunfo. ¡Ella es! exclamó Regalado con voz de falsete. ¡Ella es! respondió D.ª Robustiana sin alzar más la voz.
La reunión acogió con olés y gritos de triunfo esta prueba de gran estómago, en que, al parecer, se hallaba interesada la honra nacional. Estaba oscureciendo. Dentro del cenador la luz era ya muy escasa.
En aquel entonces se encontraba sostenida por una tensión sobrenatural de los nervios y toda la energía batalladora de su carácter, que la ayudaban á convertir aquella escena en una especie de lóbrego triunfo.
Engañada por estas halagadoras palabras, la condesa exclamó alegremente: Os creo, la victoria me ha causado a mí también una viva impresión. Desde que estoy cierta del triunfo, mi corazón se ha aliviado de un peso enorme.
Y luego, no bien cesó de hablar ésta, se apresuró a decir en voz alta, con marcado aire de triunfo: ¿Lo ven ustedes?... ¿Lo ven ustedes cómo era lo que yo decía?... Lo mismo, lo mismo que está diciendo Curra fue lo que me contó a mí García Gómez.
Orejón se despidió para volver a la noche, trayendo las últimas noticias, y Carnicero se quedó solo, saboreando en deliciosas meditaciones su júbilo apostólico, ideando planes y considerando el triunfo rápido de la España religiosa sobre la España masónica. Después fue Salvador a despedirse y a llevar la carta para Cordero, y otra vez se quedó solo el anciano con la criada que le aprestó la cena.
La aclamación se iba convirtiendo en murmullo á medida que una parte de los espectadores tras otra lograba divisarle. ¡Cuán pálido y débil parecía en medio de todo este triunfo suyo!
Palabra del Dia
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