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Actualizado: 18 de julio de 2025
Prefería las frivolidades de la última moda. Todos los regalos de su padre los aceptaba con frialdad. Ante una blonda secular adquirida en una subasta, torcía el gesto: «Más me gustaría un vestido nuevo de trescientos francos.» Además, se apoyaba en los malos ejemplos de su hermano para hacer frente á «los viejos». El padre la había confiado por completo á doña Luisa. La niña era ya una mujer.
Que vale trescientos doblones. ¡Ah! ¡trescientos doblones! dijo Esperanza tomando con ansia la cadena. Ya conocerás que quien tanto te da debe amarte mucho. ¡Oh! ¡y qué buena suerte la mía, señor! No es la mía tan buena. ¿Por qué? yo... os quiero ya... os quiero bien. No lo dudo. Pero me parece que no me querrás tanto que me recibas esta noche.
La única bodega que respetaron los rebeldes fué la de Marcelino Gómez, que según se decía en el puebla había dado á los alzados trescientos pesos para que le fuera respetada su propiedad.
¡Sí, sí, dos veces! y vos habéis rehusado dos buenos casamientos, o dos lindas dotes, si lo preferís. ¡Para tanta gente es la misma cosa! Doscientos mil francos por un lado, trescientos mil por otro. ¡Según parece es una suma enorme para la aldea, y vos la rehusasteis! Decidme ¿por qué? ¡Si supierais la curiosidad que tengo de saberlo! Se trataba de dos preciosas jóvenes...
No, no; cuando os escribí no era reina, y necesitaba de vuestros buenos oficios por completo; hoy ya es distinto; he vuelto á ser reina; Lerma ha dispuesto que se me pague lo que se me debe, y... soy rica; os mando, pues, que me digáis cuánto ha costado esa provisión. Os lo mando, ¿lo entendéis? Ha costado trescientos ducados. ¿Y los demás gastos?... No lo sé á punto fijo, señora.
Acto continuo comenzó el trasbordo a la escasa luz del crepúsculo, lo cual no era cosa fácil, habiendo precisión de embarcar cerca de trescientos heridos. La tripulación sana constaba de unos quinientos hombres, cifra a que quedaron reducidos los mil ciento quince individuos de que se componía antes del combate.
Nunca; el sindicato tiene seguridad de que antes de un mes subirán a trescientos. Los pocos que estaban en la broma rieron. Los demás fijaron en ellos sus ojos con curiosidad. ¿Qué es eso de los volcanes, Pinedo? preguntó la esposa de Calderón. Señora, se ha formado una sociedad para establecer volcanes en las poblaciones. ¡Ah! ¿Y para que sirven esos volcanes?
Hablemos como si fuésemos comerciantes; unos comerciantes que tienen prisa y no malgastan sus palabras... Yo te debo dinero, y me es imposible vivir tranquila mientras no te lo devuelva: trescientos mil francos que me dió tu madre, lo que me prestaste tú en el Casino... tal vez algo más. Tengo bastante para pagar. Si no quieres ocuparte del asunto, envíame á Toledo.
Segun el edicto del tirano debieron derribarse todas las iglesias edificadas en tiempo de los árabes, y en las basílicas de la ciudad erigidas mas de trescientos años atrás, demolerse todas las adiciones modernas ; pero Dios no consintió que esto se cumpliese á la letra.
Llegó aquí con doscientos o trescientos mil francos, rebañados discretamente aquí y acullá. Así y todo, levantó en el Bosque tal polvareda que se habría dicho que la reina de Saba acababa de llegar a París. En menos de un año consiguió hacer hablar de sus caballos, de sus vestidos, de su mobiliario, sin que nadie pudiese decir nada positivo sobre su conducta.
Palabra del Dia
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