Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 20 de junio de 2025


Luego de haber seguido el río por espacio de media hora, gozando de los panoramas más variados y grandiosos que pueden soñarse, nos apartamos de la senda y comenzamos a trepar la montaña. El ruido de la cascada, que empezábamos ya a oír distintamente, se fue debilitando poco a poco. No había duda que nos alejábamos del Salto.

Marchábamos con el corazón agitado, abriéndonos paso por entre los troncos tendidos, verdaderas barreras de un metro de altura que nos era forzoso trepar. No habituado aún el oído al rumor colosal, las palabras cambiadas eran perdidas. De improviso caímos en una pequeña explanada y dimos un grito: las aguas del Salto nos salpicaban el rostro.

Comenzamos á trepar lentamente, sobre los bancos de hielo para llegar, por en medio de profundas grietas, hasta la gruta principal abierta en el fondo de una ancha hendedura en forma de callejón. Descendimos y entramos por la boca principal. La cavidad de la gruta era apénas de unos cinco piés de anchura y nueve de elevacion, y seguia un giro tortuoso, en una longitud de 35 metros.

En hacer espadas de palo, cortar tablas, correr al marro, saltar al paso, trepar por rejas y encaramarse a tapias, no hallaba Millán competidor: para lograr premios, disculpar travesuras y evitar regaños, tenía Pepe especial ingenio.

La fatiga del trepar y del bajar penosamente, la sencillez del alimento, el rigor de los fríos invernales, la lucha contra la intemperie han hecho de él un hombre aparte, le han dado una actitud, un andar, un juego de movimientos muy diferente de los usados entre sus vecinos de la llanura. Le han dado además un modo de pensar y de sentir que le distingue.

A las diez de la mañana logramos salir sanos y salvos de la Aduana y fuimos á instalarnos en el hermoso hotel del «Comercio». Estábamos impacientes por trepar á una de las torres mas altas de la ciudad para poder abarcar con la vista todo el panorama, y aunque el sol calcinaba con sus lenguas de fuego la isla de Leon, no quisimos esperar la tarde.

Ramiro pensó con religioso espanto en las cuestas del eterno castigo que los réprobos tienen que trepar con los pies y con las manos, para caer de nuevo en las ondas inflamadas, y volver a trepar y a caer sin perdón y sin tregua, indefinidamente. Sentose sobre un peñasco. El río se deslizaba a una hondura terrible entre rocas herrumbradas y fieras.

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando