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Actualizado: 20 de junio de 2025


Materne dijo que era preciso subir lo más alto que fuese posible, con el objeto de dominar la llanura para adquirir noticias ciertas que llevar al vivaque, pues todas las habladurías de los fugitivos no valían lo que una simple ojeada al terreno. Kasper y Frantz estuvieron conformes, y comenzaron los tres a trepar por el monte, que forma una especie de promontorio avanzando dentro de la llanura.

«Podía salir de casa, ya era de noche, noche cerrada, ya habría poca gente por las calles, nadie le reconocería con aquel traje de cazador montañés; podía ir a esperar a don Álvaro a la calleja de Traslacerca, a la esquina por donde decía Petra que le había visto trepar una noche.

Los novicios hablaron entre un momento, y uno de ellos, el más fuerte, cargóse entonces el haz a la espalda y comenzó a trepar por la áspera pendiente, hacia un caserío ruinoso que se divisaba en la cumbre, pequeño y escondido cual un nido de pájaros.

Por fin, a un nuevo grito del contramaestre, el baile cesó, restableciéndose el silencio como por encanto, y las hormigas volvieron, un momento después, a trepar laboriosamente las tablas, cargadas con sus pesados canastos y proyectando, bajo las ondas de luz, las negras figuras de sus cuerpos sobre la vaga sombra que cubría el suelo. ¡Los negros!, he ahí el mal terrible de la Martinica.

Por último, si quereis marchar sobre el lomo brillante y resbaloso de las neveras, exponiendo la vida por un capricho de turista, necesitareis saltar sobre grietas profundas de cristal, y trepar cuidadosamente por escalones que vuestro guia va practicando en el hielo á golpes de pico ú hacha. ¡Qué de transiciones y variedades físicas y sociales entre la region de los ferrocarriles y la de las neveras, entre el ingeniero y el cazador salvaje!

Indudablemente, si hubieran podido trepar hasta la cima de las cuestas surcadas de sus volcanes, si hubiesen contemplado el horror de sus cráteres donde luchan incesantemente lavas y nieves, no habrían pensado en hacer de aquellos lugares terribles el encantador alcázar de sus felices divinidades.

Si ella, aun cuando fuese por un capricho de la suerte, iba delante y se hallaba más cerca de la cumbre, su filantropía no podía extenderse a más que a dar la mano a los que estuviesen en condiciones de trepar hasta donde estaba ella, y no a aquellos que estaban tan bajos o tan hundidos en el lodo, que en vez de alzarlos, se dejaría ella arrastrar cayendo en el lodo también.

Aunque poco avisada, no desconoció que este descalabro la alejaba para siempre, en aquel centro, de la altura a que había querido trepar de un salto. El primer efecto de una presentación jamás se olvida en la sociedad, máxime cuando ésta es reducida y presuntuosa.

Al llegar al pié de la montaña, al extremo de un puente que atraviesa el Aar, nos apeamos de la pequeña tartana: el cochero se convirtió en muletero y guia, dejó el carruaje á la vera del camino carretero, ensilló los dos robustos y lerdos caballos del tiro, montamos y comenzamos á trepar la cuesta, encerrada entre modestos cortijos é hileras de nogales corpulentos.

El primer guardia que intentó trepar, cayó rodando herido por una bala en el hombro. El enemigo invisible tenía la ventaja de la posicion; los valientes guardias que no sabían huir, estaban á punto de cejar, pues se detenían y no querían avanzar. Aquella lucha contra lo invisible les aterraba.

Palabra del Dia

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