Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 25 de junio de 2025
Otra vez sentía retumbar en su oído las tremendas palabras de aquel: «Si vuelves a pronunciar delante de mí, etc...». Y el comentario parecía producirse en el cerebro paralelamente a la repetición de la filípica: «¡Ah!, tuno, no hablabas antes de ese modo.
Los españoles, ó para que la voz sea más comprensiva, sin anfibología, los iberos, solemos ser muy biliosos y con frecuencia murmuramos de los propios más que de los extraños. El Sr. García Pérez inserta en su libro unas quintillas tremendas de Pinheiro da Veiga, por donde ya se puede comprender el tono y carácter maleantes y desvergonzados de la prosa.
Era el ardor del neófito que asusta al maestro, la audacia del renegado que quiere borrar con tremendas exageraciones el recuerdo de su historia. Además, se creía con derechos absolutos sobre la persona y los bienes de su catequista, y miraba con hostilidad a la pareja que vivía con el señor Vicente, sospechando que le despojaban de una parte de lo que consideraba como suyo.
Los cabellos blancos que hoy cubren mi cabeza se erizan todavía al recordar aquellas tremendas horas, principalmente desde las dos a las cuatro de la tarde.
El Rey, ya empleando la astucia y palabras lisonjeras, ya tremendas amenazas, intentó arrancarle el descubrimiento de los demás culpables, con el objeto de complicar en este asunto al P. Jorge Olivar, encargado de la redención de esclavos por la corona de Aragón. Cervantes se mantuvo inflexible, y sólo sostuvo que él era el único culpable.
Si alguna vez se retardaba el capitán en el camarote, surgía inmediatamente en su memoria el recuerdo fatal. ¡Esteban!... ¡Hijo mío!... Y sus ojos se llenaban de lágrimas. El remordimiento y la cólera le hacían imaginar tremendas venganzas.
Y Torrebianca empezó á darse cuenta de que todos necesitaban una víctima escogida entre los vivos, para que cargase con las tremendas responsabilidades evitadas por el banquero al refugiarse entre los muertos.
«¡Ciega yo, torpe mil veces, que, con pensar tanto en ello a todas horas, no sospeché de qué se trataba entonces hasta que sonaron en mi oído estas tremendas palabras! »Dicen que dos grandes poetas han apurado todos los horrores que caben en la imaginación para pintar los tormentos que padecen los condenados en el infierno.
Era el final lógico de una vida de aventuras, de aquel modo audaz de ganarse la existencia con riesgo de la piel. ¿No le había visto llegar muchas veces a la casucha chorreando sangre de tremendas heridas?... Pareció tranquilizarse Feli, sin que por esto dejase de llorar cuando se veía sola.
Oyéndola llamar monos a las tremendas calabazas que Gloria me había propinado, alegroseme el alma. Había encontrado un medio de que tropezásemos y pudiésemos hablarnos. En su casa no quería que fuese. Quizá su prima se ofendería de que la llevasen engañada. Lo mejor era ir de excursión a la Palmera, una casa de campo que tenían del otro lado del río.
Palabra del Dia
Otros Mirando