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Actualizado: 23 de junio de 2025


Los cánticos por la resurrección del Salvador le traen de nuevo a la vida. Toda esta parte de la tragedia, mientras no aparece Mefistófeles, está como en más altas esferas. La aparición de Mefistófeles trae las cosas a una esfera más baja.

El cura lloraba como un niño y procuraba consolarla: ella le escuchaba con los ojos fijos y enjutos, como se escucha un viento que brama, sin comprender lo que dicen sus mugidos que aterran, pero sabiendo bien que traen consigo el rayo y la tormenta.

Conviene que obtenga este año una mención en los Artistas franceses.» Y Joaquín le respondió: «¡No se preocupe usted...! ¡La tendrá...!» Y agregó: «Es muy rica, ¿verdad?» A lo cual le contestó el patrón: «¡Ya lo creo! ¡Es más rica que Berta Morizot...!» LORENZA. ¡Caramba! ¡Qué bien enterados están estos señores...! EL MODELO. ¡Bah! Son unos vivos que saben lo que se traen entre manos.

Parecían deseosas de hablar a Mauricia; pero no se atrevían a adelantarse hasta la cama. Guillermina, concluida la ceremonia, no les quitaba ojo, y por fin resolvió darles el quién vive. «Señoras mías les dijo , ¿qué bueno traen ustedes por aquí? Si han venido por devoción, me parece muy bien.

Dios se lo pagará a usted... porque verdaderamente parte el corazón ver a ese pobre hombre, en este tiempo, con unos calzones de hilo, de los que traen los soldados de Cuba... Salió Guillermina para ir al almacén de maderas de la Ronda, y Jacinta la acompañó hasta el corredor. Sentose Fortunata en el sofá, creyendo que las dos se marchaban.

No; me haría mal; ¡uf!... estoy muy agitado... qué calor tan espantoso... ¡Si creía que no llegábamos nunca! Siéntate aquí, mientras te traen el almuerzo. ¡Apúrese, José! Y cuenta, ¿qué ha pasado?...

La mayor parte de las señoritas comm'il faut están entregadas en cuerpo y alma a los jesuitas, creo que muchas traen cilicios debajo de la camisa. ¡Qué horror! exclamó don Víctor, que estaba presente, aunque no era de la Junta. , señor, cilicios corroboró Foja . Amigo, el Magistral no puede tanto. No ha conseguido que sus hijas de confesión usen cilicios y otras invenciones diabólicas.

A la entrada le llama a usted ya la atención un pequeño aviso que advierte, pegado en un poste, que nadie puede entrar en el establecimiento público sino los viajeros, los mozos que traen sus fardos, los dependientes y las personas que vienen a despedir o recibir a los viajeros: es decir, que allí sólo puede entrar todo el mundo.

Usted escribirá continuó el personaje ; yo le daré las ideas; y con esto creo que su trabajo será coser y cantar, como quien dice... Usted es un joven discreto que «se entera» de las cosas, y tendrá cuidado de no «salirse del tiesto» mezclando en la obra ideas de esas diabólicas y modernistas que se traen los muchachos de estos tiempos.

El cual, algo alterado, pensando que fuese otra cosa, me dijo: "¿Qué es eso, mozo? ¿Qué voces das? ¿Qué has? ¿Por qué cierras la puerta con tal furia?" "¡Oh señor, dije yo, acuda aquí, que nos traen acá un muerto!" "¿Cómo así?", respondió él.

Palabra del Dia

consolándole

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