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Actualizado: 28 de junio de 2025
Despues de todo esto, el primer cuidado de los religiosos fué consolidar la existencia de sus misiones, introduciendo todas las mejoras posibles: con este fin, trageron de Santa-Cruz numerosos ganados; estimularon á los habitantes á los trabajos de labranza; perfeccionaron el tegido, ya en práctica entre los Baures; enseñaron toda clase de oficios manuales; y multiplicaron las ceremonias religiosas como para dar con ellas un intervalo de agradable reposo á los trabajadores.
Su tez tostada, sus espesas patillas, su adusta y altanera mirada, le daban, al decir de los trabajadores, sombra en la cara: sus modales bruscos y sus pocas palabras alejaron de él todas las simpatías.
El mitin de los trabajadores y la fiesta organizada por los jesuítas y los bizkaitarras, se encontraban en el mismo día. Un ambiente belicoso, que excitaba los nervios, haciendo más duras las palabras y más insolentes las miradas, parecía pesar sobre la villa. En el camino había apreciado Aresti el estado de los espíritus.
Bajaban á ciertas horas del día á los talleres, para dar sus órdenes á los contramaestres, y volvían á encerrarse en su estudio misterioso, sin que los obreros oyeran de sus labios la menor repulsa. Su jefe era Fernando Sanabre, el cual, mostrando una memoria prodigiosa, conocía á todos los trabajadores, llamándolos por sus nombres.
Y con repentino entusiasmo, olvidando su enojo, comenzó a explicar con una delectación de artista la ceremonia del día anterior en la iglesia de los que él, por antonomasia, llamaba los Padres. Primer domingo del mes: fiesta extraordinaria. El templo lleno: los oficinistas y trabajadores de la casa Dupont hermanos estaban con sus familias; casi todos (¿eh, Fermín?), casi todos: muy pocos faltaban. Había pronunciado el sermón el padre Urizábal, un gran orador, un sabio que hizo llorar a todos; (¿eh, Montenegro?) ¡a todos!... menos a los que no estaban. Y después, había llegado el acto más conmovedor.
En las gentes del campo, corre una expresión que demuestra esto: suelen decir de un hombre inteligente y vivo, «ese es de los de ya está acá». Tiene esta expresión su origen en que cuando en el campo, a distancia, tiene el capataz que dar alguna orden, o hacer algún encargo a alguno de los trabajadores, al darles voces contesta el llamado: ya está acá, desde luego que se ha hecho cargo de lo que se le manda.
El astillero de la Carraca, especie de población flotante y sólida al mismo tiempo, que se compone de buques, almacenes y vastos talleres, ofrece un cuadro muy interesante, no tanto por el mérito del establecimiento cuanto por el aire de los trabajadores, los edificios, etc.
El corro más inmediato a él, donde estaba el de Trebujena, componíase de antiguos camaradas, trabajadores mal famados en los cortijos, algunos de los cuales tuteaban a don Fernando siguiendo la práctica usual entre los campañeros de la idea.
Como en Agosto Valencia entera desfallece de calor, los trabajadores del horno se asfixiaban junto a aquella boca, que exhalaba el ardor de un incendio.
Al fin, un vagabundo que iba de boliche en boliche por las diversas salitreras para robar con sus malas artes de jugador el dinero de los trabajadores, le dió noticias sobre el desaparecido, después de repasar los recuerdos de su propia vida complicada y aventurera.
Palabra del Dia
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