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Actualizado: 29 de junio de 2025


Un corto silencio reinó entre los comensales, y en medio del murmullo de las conversaciones, alrededor de las mesas lejanas y del ruido ahogado de los pasos de los criados, que traían y llevaban los platos, alguien declaró con voz dulce y tranquila: ¡A mi me encantan las negras!

Los turcos asaltaron de noche nuestras galeras: no pudieron llegar á ellas por el reparo que tenían en torno de árboles y antenas; y así se retiraron luego sin la jornada, porque les tiraban del fuerte y de las mismas galeras. Los turcos estaban muy confiados que las espías que traían en nuestro campo harían lo que les habían prometido. Fué de esta manera.

A trozos, el paisaje azuleaba con la plateada hoja de los olivos; más allá las viñas lo alegraban con la verde gala del pámpano. La vela triangular de las embarcaciones, las casitas bajas y blancas, la ausencia de tejados puntiagudos y el predominio de la línea horizontal en las construcciones, traían al pensamiento de Santa Cruz ideas de arte y naturaleza helénica.

Dejo de contar la risa tan grande que en la cárcel y por las calles había con nosotros, porque como nos traían atados y a empellones, unos sin capas y otros con ellas arrastrando, eran de ver unos cuerpos pías remendados y otros aloques de tinto y blanco.

Las ninfas que al Amor seguían traían a las espaldas, en pargamino blanco y letras grandes, escritos sus nombres: poesía era el título de la primera, el de la segunda discreción, el de la tercera buen linaje, el de la cuarta valentía; del modo mesmo venían señaladas las que al Interés seguían: decía liberalidad el título de la primera, dádiva el de la segunda, tesoro el de la tercera y el de la cuarta posesión pacífica.

No había olvidado las advertencias de su tío y de sus maestros; pero, sin agravio de ellas, bien podía suponer que cada marchante fuera un pillo, y un ladrón disfrazado cada transeúnte. ¿Traían en la frente alguna señal que demostrara lo contrario? Pues, en la duda, cara de perro a todo bicho viviente.

Tirábanle cuatro perezosos bueyes, todos cubiertos de paramentos negros; en cada cuerno traían atada y encendida una grande hacha de cera, y encima del carro venía hecho un asiento alto, sobre el cual venía sentado un venerable viejo, con una barba más blanca que la mesma nieve, y tan luenga que le pasaba de la cintura; su vestidura era una ropa larga de negro bocací, que, por venir el carro lleno de infinitas luces, se podía bien divisar y discernir todo lo que en él venía.

21 Y dijo Abner a David: Yo me levantaré e iré, y juntaré a mi señor el rey a todo Israel, para que hagan contigo alianza, y reines como deseas. 22 Y he aquí los siervos de David y Joab, que venían del campo, y traían consigo gran presa.

Cuando volví a casa, a eso de las cuatro, subí al corredor del primer piso, y con la cara pegada contra un vidrio, me entretuve en seguir con los ojos el movimiento de las nubes que se amontonaban sobre el Zarzal y nos traían la tormenta anunciada por Susana.

Maltrana miraba estos animales sórdidos, de salvaje ferocidad, con gran repugnancia. Recordaba las confidencias del Mosco, indignado contra ciertos vecinos que, al encontrar en Madrid un perro muerto, se lo traían en el carro, arrojándolo en el corral, donde al poco tiempo sólo era un esqueleto descarnado.

Palabra del Dia

estaquis

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