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Actualizado: 29 de agosto de 2024


Jamás fue hecho otro semejante en reino alguno. 20 Toda la vajilla del rey Salomón era de oro, y toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano, de oro puro. En los días de Salomón la plata no era de estima. 21 Porque la flota del rey iba a Tarsis con los siervos de Hiram, y cada tres años solían venir las naves de Tarsis, y traían oro, plata, marfil, simios, y pavos.

Todavía eran más cándidos y relucientes sus cabellos levemente rizados y sus luengas y bien peinadas barbas. Al andar, se apoyaban algunos en dorados báculos. Otros traían y tocaban arpas, violines y salterios. Guirnaldas de verdura y de flores ceñían las sienes de todos aquellos ancianos.

No llegó el rey, por malquerencia y chismes de sus cortesanos, a premiar tan generosamente al poeta, pero consta que le envió a Tus, lugar de su nacimiento, donde él estaba retirado, un regalo casi equivalente, si bien fue ya tarde, porque le llevaban a enterrar cuando entraron en Tus los que dicho regalo traían.

Volvieron al anochecer, sin mas noticia que haber hallado toda la tierra llena de peñascos y espinas, en cuatro leguas que caminaron, y de las espinas traian los soldados lastimadas las piernas, por ser muy agudas.

CAP. XXXIV. De como embiè por los Christianos. Pasados cinco dias, llegaron Andrès Dorantes, i Alonso del Castillo, con los que havian ido por ellos, i traìan consigo mas de seiscientas Personas, que eran de aquel Pueblo, que los Christianos havian hecho subir al Monte, i andaban escondidos por la Tierra, i los que hasta alli con nosotros havian venido, los havian sacado de los Montes, i entregado

Llegó deste modo, sin ser visto de nadie, sino de los que le traían, en casa del Corregidor, y con silencio y recento le entraron en un aposento donde estaban solamente doña Guiomar, el Corregidor, Preciosa y otros dos criados de casa.

Y, a poco trecho que caminaban por entre dos montañuelas, se hallaron en un espacioso y escondido valle, donde se apearon; y Sancho alivió el jumento, y, tendidos sobre la verde yerba, con la salsa de su hambre, almorzaron, comieron, merendaron y cenaron a un mesmo punto, satisfaciendo sus estómagos con más de una fiambrera que los señores clérigos del difunto -que pocas veces se dejan mal pasar- en la acémila de su repuesto traían.

Ganaban diez reales, un jornal exorbitante comparado con el de los gañanes de los cortijos; pero sus familias vivían en la ciudad, y, además, ellos se pagaban la comida, asociándose para adquirir el costo, el pan y la menestra que todos los días traían de Jerez en dos caballerías.

Ofreció servir con fidelidad, y así le asentó Montaner en los libros, á él, y á diez caballos armados, para que todos ganasen sueldo en su provecho. Esto se acostumbraba de hacer con algunos caballeros, y gente principal, asentalles el sueldo por mas gente de la que traían, para hacerles esa comodidad.

Las niñas más recatadas, y hasta las más parecidas a muñecas de resorte, hacían pensar en la mujer que traían debajo de aquellos vestidos vulgares y de aquella educación falsa y desabrida. Ana, a las dos de la mañana se levantó de su silla por vez primera y consintió en dar una vuelta por el salón, en un intermedio del baile.

Palabra del Dia

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