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La luz parecía que resbalaba sobre ella sin penetrarla; sus mil torrecillas no tenían fuerza para romper enteramente la atmósfera opaca que las envolvía.

Más a la izquierda, asomando solo la cabeza sobre las azoteas del caserío de la ciudad, veíase también la Torre de Plata, con su blanca corona de almenas. Más allá, el palacio de San Telmo, envuelto en la masa verde de sus naranjos, asomando las agujas de sus torrecillas de pizarra. El Guadalquivir corría bajo mis pies.

Lo demas es un laberinto de calles tortuosas y estrechas, de edificios desiguales, caprichosos, muchos de ellos de formas extravagantes, de cuyo enjambre se destacan algunos cocoteros centenarios é históricos, multitud de palacios ó casas primorosas del mismo estilo que las que observé en Cádiz, y una masa informe de miradores, azoteas, torrecillas y construcciones moriscas, en cuyo fondo parduzco brillan las torres y las cúpulas de numerosas iglesias de estilo arábigo, lucientes y pintorescas á causa de los techos en forma de escama formados con pequeñas tejas de colores entremezclados.

Entre ambos promontorios, á ras del agua, venían á encontrarse las dos escolleras nuevas que cerraban el puerto, con dos torrecillas octógonas que flanqueaban la boca, rematadas por linternas de faro: la una de vidrios verdes, la otra de vidrios rojos. El coronel se dió un golpe en la frente y sonrió á su compatriota: ¡Ah, , ya recuerdo!... Dice que el Casino y el Museo forman un símbolo.

Sus innumerables torrecillas mudéjares, de pizarra y azulejos, brillaban como diamantes, y sobre todas ellas descollaba la formidable y esbelta Giralda, el antiguo y severo alminar de los árabes, con fuerte color anaranjado. El espacio que ocupa en la vega donde está asentada es grande.

El cuerpo superior era ligero, construido con ladrillos rojos, marcándose sus dos pisos con dos fajas de dibujo árabe, y en los cuatro ángulos cuatro torrecillas delgadas, cuatro minaretes, que daban al remate el aspecto de una alegre corona.

Sólo á la entrada del puerto de Mónaco las dos torrecillas octogonales tenían en sus cimas un faro rojo y un faro verde, que derramaban sobre las aguas un zigzag de rubíes y otro de esmeraldas. En esta penumbra, puesto de pie y mirando á los astros, Novoa hablaba de la poesía de la inmensidad, de las distancias que dan el vértigo al cálculo humano.

D. Basilio Torrecillas se dijo: Que sus sentimientos son iguales á los de los Señores Doctores D. Juan Nepomuceno de Sola y D. Manuel Alberti. Por el Sr. D. Miguel Saenz, se dijo: Que reproduce en todo el voto del Sr. D. Cornelio Saavedra, con la adicion de que tenga voto decisivo el caballero Síndico Procurador general. Por el Sr. D. Manuel Belgrano, se dijo: Que reproduce el voto del Sr.

La luz parecía que resbalaba sobre ella sin penetrarla; sus mil torrecillas no tenían fuerza para romper enteramente la atmósfera opaca que las envolvía.

Un olor de heno recién cortado llenaba el aire con ese perfume a la vez dulce y acre que le es peculiar. Tímida y miedosa, como una intrusa, me deslicé lentamente a lo largo de la empalizada del jardín hasta la casa, que con sus montantes de granito, sus torrecillas y sus piñones que el tiempo había cubierto de un matiz gris, parecía lanzar sobre una mirada sombría y amenazadora.