Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 9 de julio de 2025
Sobre sus cabezas tenían el ángulo final del baluarte y una garita de piedra; enfrente el puerto, con su boca flanqueada de dos torrecillas luminosas, y en la ribera opuesta la altura de Monte-Carlo, sus edificios enormes, sus cúpulas charoladas, que reflejaban el último fuego rosa del crepúsculo. Los dos se detuvieron instintivamente.
Recordaba la impresión de hondo disgusto que había dejado en su alma la primera visita que hizo Delaberge a Rosalinda... Por encima de los árboles del bosque, distinguía entonces las puntiagudas torrecillas de la casa de la señora Liénard y decíase que, sin duda, en aquel mismo momento se encontraba el inspector general conversando con la joven y aprovechando la ocasión para llevar a buen término sus propósitos matrimoniales... A esta idea, un acceso de ira le hizo subir la sangre a la cabeza mientras una angustia terrible le oprimía el corazón.
Después de algunos minutos de marcha, atravesamos un puente de madera echado sobre un río y nos hallamos delante de una puerta maciza y ogival abierta en una especie de torre y flanqueada por dos torrecillas. Era esta la entrada del antiguo castillo. Robles y abetos seculares forman, alrededor de estos despojos feudales, un cerco misterioso que les da un aire de profundo retiro.
Los romeros se agrupaban ante la iglesia, y la masa popular aglomerábase en las aceras, dejando la plaza limpia de gente. De vez en cuando la atravesaban algunos hombres, llevando en sus brazos un herido. Las piedras arrojadas por los grupos chocaban en la fachada de San Nicolás. Desde las dos torrecillas de la iglesia les contestaban á tiros.
Hay fragmentos de montañas cuyo aspecto recuerda ahora el de ciudades desiertas, con calles húmedas y sinuosas, murallas almenadas, torres, torrecillas dominadoras, caprichosas estatuas. Aún recuerdo la impresión de asombro, próximo al espanto, que sentí al acercarme á la salida de un alfoz invadido ya por las sombras de la noche.
Al verse entre los dos torrecillas que marcan la entrada de los jardines, le asaltó el recuerdo de Alicia. Un poco más allá habían descendido del carruaje; detrás de los árboles estaba el banco en que la habló por primera vez de su amor; abajo, al borde de las rocas, se desarrollaba el solitario camino por el que pasaron como en volandas, al amparo del crepúsculo y con las bocas juntas.
Palabra del Dia
Otros Mirando