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Actualizado: 9 de julio de 2025
Constanza, sostiene otras torrecillas mas delgadas, que alternan con las inferiores, y en vez de levantarse en los lados salientes se elevan en los entrantes y sostienen otra bóveda, plana y calada, bajo la cual se cobija una graciosa estatuita de N.ª S.ª en su Asuncion.
Para que uno se lograse a fuerza de cuidados y desvelos, perecían treinta o cuarenta. La vigilancia constante de los jardineros no bastaba a impedir esta considerable mortandad. La casa, tampoco era de estilo nacional, ni siquiera europeo. Estaba construída según los preceptos de la arquitectura chinesca, llena de torrecillas festonadas por todos lados.
Comenzaba el crepúsculo. En el cauce del río, las charcas y riachuelos, reflejando en su fondo el rojo horizonte, brillaban como si fuesen de encendida lava. En la ciudad, los vidrios de los altos balcones y de las esbeltas torrecillas destacábanse sobre la masa obscura de los edificios como placas de fuego.
Aunque en el país se le daba todavía el nombre de castillo, Rosalinda no era más que una cómoda casa burguesa, construida a fines del siglo XVIII y flanqueada por dos torrecillas con techo de pizarra que le daban un vago aspecto señorial.
Su teatro estrena óperas que después se hacen célebres en el mundo. Los hoteles, innumerables, son palacios. Monte-Carlo está erizado de cúpulas y torrecillas lo mismo que una ciudad oriental.
Las dos torrecillas del colegio se levantaban agudas y airosas como flechas disparadas contra el cielo azul, sereno y radiante, que suele cobijar a Madrid en los primeros días de junio.
El caserío de Cádiz se desarrollaba ante mi vista, sus casas blancas sin alero, la catedral con sus dos torres y su cúpula dorada, las azoteas con sus torrecillas como minaretes y algunos de esos lienzos de pared blancos, con dos o tres ventanas pequeñas, como los paredones de las casas árabes.
De vez en cuando sonaba perezosamente una campana en las torrecillas de ladrillo rojo, llamando á gentes invisibles: se entreabría un portón con agudo chirrido, dejando ver una cofia monjil, blanca y almidonada y un rincón de huerto frondoso.
Sus versos, con las formas más varias y más escogidas, son propiamente á la vez como el resultado y el fundamento de toda la composición; de la misma manera que las obras del cincel y de la estatuaria, y las pilastras y torrecillas de una catedral, reproducen en escala mínima la estructura del conjunto.
Pero la vista de la casa de su suegro le sumió nuevamente en la tristeza. Había satisfecho su justa venganza. Pero quedaba una herida honda, cuyo agudo dolor aun no había podido sentir bien, porque la exaltación colérica en que había vivido aquellos dos días, lo sofocaba. ¡Oh! aquellas grotescas torrecillas y almenares, testigos de su luna de miel, le produjeron horrible impresión de melancolía.
Palabra del Dia
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