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Actualizado: 5 de julio de 2025


Vamos a ir empopados, y cuento con llegar al puerto en tres cuartos de hora; echemos otro hasta el muelle: la hora justa desde aquí... Téngalo usted presente para hacer su toilette... y hasta luego.

Conviene tener un amigo de confianza que nos acompañe al hacer nuestra aparición en la tertulia o sarao, conduciéndonos desde el «toilette», donde hemos dejado nuestro abrigo. Esto es de un efecto seguro, pues sirve para demostrar que estamos solicitadas desde el instante de nuestra llegada.

Otros escribían comedias de sátira contra las costumbres de la aristocracia, que eran las suyas: obras teatrales en las que colaboraba el modisto con el poeta, y no había gran toilette que no tuviese su amor con un frac, que jamás era el del esposo. «Hay que flagelar», gritaban con expresión terrible. Y Maltrana pensaba sonriendo: «Está bien. ¿Y a éstos quién los flagela?...»

Importa además consignar esta circunstancia de mi toilette para que se entienda lo que ocurrió en seguida. No estaría bien que yo paso a paso te lo refiriese todo. Baste decir que pronto noté, en medio de las vivas muestras de cariño que el Barón quería darme, no qué disgusto, no qué penoso rubor en su cara. Creí entender lo que aquello significaba y me apesadumbré por él.

Y Juanito sintióse feliz, en aquella temporada de Cuaresma, cada noche que cenaba con la familia, puesta de veinticinco alfileres, comiendo incómoda con la toilette de teatro y estremeciéndose de impaciencia, mientras abajo sonaban las coces del caballo contra los guijarros del patio y los tirones que daba a la galerita.

Hay un elegante y espacioso comedor, sala de armas, gabinete de toilette, cuartos de baño y dos o tres habitaciones para dormir. Tiene el club, asimismo, servicio particular de coches y caballos de silla. El genio español se manifiesta en multitud de pormenores internos. El que más lo caracteriza es el de la ausencia de metal acuñado.

Y pensando, pensando, resultó que a los pocos minutos adquirió el convencimiento de que Barragán había visto visiones. No tenía nada de extraño. Como era hombre tan poco acostumbrado a vivir entre damas ni aun entre personas civilizadas, bastaba cualquier semejanza de rostro o de toilette para que el infeliz se confundiese.

Como estoy vestido, mi toilette no ofrece grandes dificultades. ¿Habrá por aquí el lujo de un peine? No te apures. No volveré hasta la noche, porque tengo que hacer». Esta pobre Isidora, ¡qué buena es! Si no fuera la maldita manía del pleito, que no ganará nunca, sería una muchacha ejemplar. Bien, bien; haremos lo que manda la señora. La fiera patrona no me envenenara con sus guisotes.

La mujer de las clases populares no tiene tampoco traje característico; pero su toilette de gala, aunque poco singular, es bastante graciosa: zapato bajo, negro ó color claro; media blanca: vestido entero de percal, casi rayando con el suelo, adornado con uno ó más volantes de la misma tela; pequeño delantal negro; un pañolillo de vivos colores, cruzado sobre el pecho, dejando adivinar todas las primorosas líneas del talle; y, finalmente, otro pañuelo de seda, llamado de la India, también muy vistoso, doblado diagonalmente, prendido sobre la cabeza con un alfiler y atado debajo de la barba..... Este tocado, merced á ciertos picarescos fruncidos y dobleces, llega á dar al óvalo del rostro un carácter confuso, entre monjil y judaico, de irresistible coquetería....., cuando la interesada es interesante.

Perdónenme los que no comprenden el espíritu de esta singular toilette el que recuerde aquella circunstancia. En fin: ya tiene el gobierno en sus manos. Facundo ha muerto un mes antes; la ciudad se ha entregado a su discreción; el pueblo ha confirmado del modo más auténtico esta entrega de toda garantía y de toda institución.

Palabra del Dia

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