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Actualizado: 1 de junio de 2025


A cada vuelta ó revuelta cree uno imposible hallar paso por en medio de tan complicadas montañas que tienen el aspecto mas risueño. Donde quiera colinas verdes, relucientes y frescas, pobladas en sus cimas de tupidos bosques de encinas enanas, y en el resto de rústicas casitas y alegres sementeras de variadas tintas.

Por el Sur la huerta lindaba con la medianería de una fábrica de tintas de imprimir, y por el Este con la tejavana perteneciente al inmediato taller de cantería, donde se trabajaba mucho.

Poco a poco iba cayendo el chal de los hombros de las mujeres hermosas, porque la sociedad se empeñaba en parecer grave, y para ser grave nada mejor que envolverse en tintas de tristeza. Estamos bajo la influencia del Norte de Europa, y ese maldito Norte nos impone los grises que toma de su ahumado cielo.

Un resplandor rojizo, que se extendía desde el horizonte por el firmamento, esfumándose en lo alto y transformándose en el rosicler de tintas puras y nacaradas, indicaba el paraje por donde el astro del día se había ocultado. A mi izquierda, no muy lejos, alzábase la Torre del Oro, que, bañada por los reflejos del horizonte rojizo, parecía fabricada, en efecto, con el metal que le da su nombre.

Compró algunas piedras más de gran tamaño, una hermosa máquina de Janiot, guillotina, glaseadora, buenas tintas, aparatos de reducciones y otras cosas. Su iniciativa no descansaba. Comprendiendo que algo de imprenta no venía mal como auxilio de la litografía, adquirió cajas y máquinas, y se quedó con todas las existencias de una casa que trabajaba en romances de ciegos y aleluyas.

Bajó éste con el capuchón de reglamento. Al quitárselo y dejar al descubierto su hermosa cabeza blonda, D.ª Rafaela no pudo menos de recordar las estampas piadosas que representan a los primeros mártires del cristianismo en los calabozos de Roma. La luz, dando de lleno en aquella cabeza angelical, hacía resaltar como en apoteosis la delicadeza de sus facciones, la seráfica limpidez de su mirada, las tintas sonrosadas de sus mejillas.

El Greco, era un colorista extraordinario, se complacía en contrastes tan enérgicos que parecen llegar hasta la disonancia; encontraba armonías tan delicadas que hacen posibles los efectos más opuestos; hay en él, tintas agrias atenuadas con pasmoso gusto y se distingue principalmente por un particular empleo del blanco ya puro y violento, ya amortiguado en matices grises que lo enlazan, funden y dulcifican todo.

Al entrar en el balcón, alguna pareja nos había entrecerrado de nuevo las puertas y desde afuera, donde imperaba la sombra, hacía un contraste raro aquella sala profusamente iluminada en la que las diferentes tintas de los trajes, la música y el bullicio, producían un movimiento variado y constante. Nos han encerrado me dijo Blanca... ¡es original!...

Cornelio miró en la dirección que Horn le indicaba, y no pudo reprimir un grito de sorpresa. Quince o veinte aves se habían posado en una gruesa rama, y se peinaban al sol su plumaje ¡pero qué plumaje! Las tintas más espléndidas, los reflejos más brillantes y variados, todos los colores del prisma se confundían en aquellas plumas.

Vense en las paredes blasones de brillantes tintas, sobre suntuosos sepulcros, en que duermen el sueño del mármol arzobispos y condestables, príncipes y guerreros, empuñando báculos ó espadas. Los perros y leoncillos en que apoyan sus pies, parecen prestar atento oído á todo rumor que en el templo suena.

Palabra del Dia

irrascible

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