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Actualizado: 19 de junio de 2025


El juego, antes frío y mal sostenido por personas sin entusiasmo, se animó con la presencia de Amaranta, que fue a poner su dinero en la balanza de la suerte. Para que todo marchase a pedir de boca, llegó en aquel crítico punto lord Gray, de quien dije había desaparecido al comienzo de la tertulia.

Sin embargo, fueron los del conde de Onís y de Quiñones para trasportar a los novios y a algunas personas de edad avanzada, como las dos señoritas de Meré. Entre los invitados estaba casi toda la tertulia del maestrante, bastantes de la de las de Meré y un número crecido de oficiales. El conde había hecho asear, hasta donde era posible, el vetusto caserón.

Beatriz dijo que como tenía, a pesar de todo, cierta pena por la partida de su marido, no quería ir a la tertulia aquella noche; pero Inesita la animó, sostuvo que no había razón para no hacer lo que todas las otras noches, y al cabo logró de su hermana que fuese como de ordinario.

No quiero; es V. muy malo. Miguel soltó una carcajada, reprimiéndola para que no le oyesen fuera. No, criatura; es para saber dónde está V. nada más. Se sentó al lado de ella en una silla baja. ¿Por qué se ha escapado V. de la tertulia? ¿Y V. por qué me anda buscando? Para decirla a V. una cosa. ¿Qué es? ...Que la voy queriendo a V. mucho dijo con acento apasionado, cogiéndola una mano.

Nuestra tertulia era muy inocente; bien puedo sostener que más inocente que la de doña Inés. ¿Cómo evitar, no obstante, que doña Inés supiese y hasta creyese de buena fe mil abominaciones, excitada por esa chismosa de Crispina, que todo lo huele y cuando no lo huele lo inventa?

Pero no; procedamos con estricta lógica, y no aseguremos nada que no esté fundado en un dato real». Al día siguiente estuvo con su hermano en el café del Siglo, y después en el de Gallo con Refugio. Era el 19 de Marzo, y los que se llamaban José convidaban a toda la tertulia.

Aunque me paso todo el día en el campo a caballo, en el casino y en la tertulia, robo algunas horas al sueño, ya voluntariamente, ya porque me desvelo, y medito en mi posición y hago examen de conciencia. La imagen de Pepita está siempre presente en mi alma. ¿Será esto amor?, me pregunto.

Cuando veía la gente que Antoñuelo y don Paco iban a las nueve a la casa y permanecían allí hasta cerca de las doce, no juzgaba aquella tertulia tan inocente como era en realidad, y la calificaba de amor por partida doble. Las bromas que sobre ello dieron a don Paco algunos de sus amigos le soliviantaron bastante.

Tenía, sin embargo, notable aptitud y tino para conocer y admirar la belleza femenina, y hacía ya meses que, casi sin reparar en ello y muy involuntariamente, cuando estaba de tertulia con el escribano y el boticario y con otros señores en los poyos que había junto a la fuente, sus ojos se fijaban con amorosa delectación en Juanita la Larga, que aún solía venir a llenar su cántaro y a estar allí de charla con las otras muchachas mientras que le llegase su turno.

Casi siempre las conversaciones de doña Luz y del P. Enrique eran en la tertulia, en presencia de don Acisclo, de D. Anselmo, de Pepe Güeto y su mujer y del señor cura.

Palabra del Dia

rigoleto

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