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Actualizado: 21 de junio de 2025


La dama contesta con la más graciosa de sus sonrisas y un movimiento encantador de cabeza y murmura á la amiga que asiente, entre dos indolentes abanicazos: ¡Qué pretencioso! Chica, está loco enamorado. Entre tanto los golpes menudean: ¡bum-bum-bum! ¡toc-toc-toc! ya no quedan más que dos palcos vacíos y el de S. E. que se distingue por sus cortinas rojas de terciopelo.

; me he puesto cuerpo de terciopelo, y además este gabán está bien forrado. Eso, eso, mi corazón. Si papá sabe que salimos tan de mañana, me va a reñir porque se lo consiento. Es usted demasiado virtuosa, señorita. Pocas o ninguna llevarán a la edad de usted vida tan santa...

Por fin, vestida de amarillento brocado que los toques de plata y las rojizas labores asemejaban a una tela de casulla, el cabello rizado con primor por debajo de la toca de plumas y terciopelo, levantada por el corcho de los chapines, enjoyada como una Milagrosa, aliñada, abullonada, crujiente, comenzó a pasearse por la habitación, mirando, por encima de su hombro, las cenefas de la nacarada basquiña y la pompa del faldellín.

Azorín contesta que aún dura ese café. De pronto estalla en la sala una larga salva de aplausos. Y el viejo tiende los brazos hacia Azorín, lo abraza y llora en silencio. Estos son unos viejos, muy viejos. Llevan un pantalón negro, un chaleco negro, una chaqueta negra de terciopelo. Esta chaqueta es muy corta. Ya casi no quedan en el pueblo más chaquetas cortas que las de estos viejos labriegos.

No tuve el rigorismo de apagarlo; bendije los buenos corazones que hay en el mundo, me extendí luego en un viejo sofá de terciopelo de Utrecht, á quien los reveses de la fortuna han hecho pasar como á , del piso bajo á la buhardilla, y traté de dormitar.

A D.ª Ángeles de Toledo, de nación turca, y a su madre e hijos, se les han dado por mandado de Vuestra Magd. los vestidos que dice la relación: a me parece que al marido y a los hijos varones se les den vestidos de paño, y a ella se le podrían dar de terciopelo gorguerán o raso, y a dos niñas pequeñas unos habitillos de alguna cosa conforme a su edad, y porque los dos hijos mayores la tienen ya y disposición para poder servir, juzgo que sería conveniente que por donde toca les mandase V. Magd. hacer alguna merced para que vayan con más aliento.

El blanco albornoz de la incógnita pasó rozando el terciopelo granate del abrigo de Currita, y una frase alemana, que esta pudo oír y no pudo entender: «Ahí la tienes», pareció caer entonces de la nariz corva y afilada, y ambos fantasmas desaparecieron entre el gentío precedidos de un groom monísimo que apenas contaría doce años.

Inmediatamente se escuchan unos pasos; suenan cerrojos y cadenas; se abre la puerta y aparece el capitán envuelto en una bata que había sido verde esmeralda, luego fué verde malva y ahora era gris plomo. En los pies babuchas y en la cabeza un gorro de terciopelo negro con borla de seda. ¿Qué te ocurre, hija mía?

Ya le parece que me está viendo en el altar, al que está convenido que debe conducirme nuestro primo el comandante Harmel. Yo creí que aquí se detendrían los arreglos futuros, pero nada de eso. Al darme, hace un momento, el beso de la noche, la abuela me ha preguntado muy seria si me gusta más el terciopelo o el raso... ¿Para qué, abuela? Para tu traje, hija mía, para tu traje de boda.

Las sillas eran de roble viejo, las cortinas de terciopelo viejo también, la alfombra más vieja todavía, la mesa de escribir un verdadero prodigio de vejez. Miguel sólo dos veces en su vida había visto este aposento sagrado y augusto para la familia.

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