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Actualizado: 13 de junio de 2025


Aunque algunas sospechas vagas le atormentaron, no vió el gran abismo en todo su horror y profundidad; no presagió el movimiento á que había dado impulso con su palabra, ni comprendió el ardid tenebroso, la colisión sangrienta que de las cabezas aturdidas de la Fontana y de las voluntades agitadas de algunos jóvenes, hacía su arma mas terrible.

Por aquella cornisa, que corría hasta perderse en el carrascal del otro lado de la cueva, vi pasar a Chisco y a su perro, a Pito Salces detrás de su perruca faldera, y cómo iban desapareciendo, uno a uno, en el antro tenebroso los hombres y los animales, después de muy leves precauciones del mozón de Robacío.

Era como un gran túnel, del cual no se distinguía sino la parte escasamente iluminada por la boca. El fondo se perdía en la indeterminada cavidad fría de un callejón tenebroso.

Y, sin embargo, ese faro es la única luz que resplandece en aquel mar: todo el que se desvíe de Cordouan empujado por el viento Norte, corre peligro; también es fácil se aparte de Arcachón. Ese mar es tan terrible como tenebroso; de noche, no se divisa una sola señal que guíe al navegante, ni hay un solo punto de abrigo.

Y los dos enumeraron en su animada conversación todos los intentos de los hombres, desde remotos siglos, por romper el misterio del Mar Tenebroso.

18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te pagará en público. 21 Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón. 22 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo fuere sincero, todo tu cuerpo será luminoso; 23 mas si tu ojo fuere malo, todo tu cuerpo será tenebroso.

Era el 10 de abril, día glorioso dos veces en los anales de la historia cubana, cuando se echaron al mar esos hombres magníficos; y el 11, a pocas millas de la costa, detiene el vapor que los conducía su marcha, bajan la escala, echan al agua uno de sus botes y en él se instalan los seis expedicionarios «con gran carga de parque y un saco con queso y galletas». Y a las seis horas de remar, bajo un cielo negro y tenebroso, arrullado por olas alborotadas, caen sigilosos sobre la costa de Cuba, llenos de una dicha superior al peligro que habían corrido y que habían de correr.

10 Y el quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino fue hecho tenebroso, y se mordían sus lenguas de dolor; 11 y blasfemaron del Dios del cielo por sus dolores, y por sus plagas, y no se enmendaron de sus obras. 12 Y el sexto ángel derramó su copa en el gran río Eufrates; y el agua de él se secó, para que fuese preparado el camino a los reyes del amanecer del sol.

La empresa es tal, que el propio diablo no se atrevería a acometerla. Fausto, sin embargo, la acomete, y el diablo le ve partir con asombro, y duda de que vuelva del seno tenebroso, infinitamente más profundo que el infierno, adonde se ha lanzado. En este viaje de Fausto a ver a las Madres está la clave del poema; el núcleo de la segunda parte.

Ella se alzó entonces de su asiento, y volvió a mirarle con fijeza, con obstinación, con atracción invencible, como el viajero cuando va por el borde de un precipicio mira el abismo que le atrae, y ansía ver lo que hay en lo más hondo y tenebroso de su seno. Las lágrimas de doña Luz brotaron con mayor abundancia entonces.

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