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Actualizado: 11 de mayo de 2025
¡Oh, la vida dura de continuos riesgos, la necesidad de ganarse el pan luchando con la oscuridad, con las tempestades y con el hombre, que era el peor de los enemigos!
El principal motivo de estos abandonos de buque son sin duda las tempestades y los incendios que dejan a la deriva negros esqueletos errantes. Pero hay otras causas singulares entre las que se puede incluir lo acaecido al María Margarita, que zarpó de Nueva York el 24 de Agosto de 1903, y que el 26 de mañana se puso al habla con una corbeta, sin acusar novedad alguna.
Pero en aquel estrecho del Mediterráneo la seduccion es mas poderosa que en ninguna otra parte, por el contraste de las razas y civilizaciones que se ven frente á frente al traves de ese valle movedizo, casi siempre atormentado por terribles tempestades.
El cambio continuo de los secretos y la confianza de todos los momentos, hará nulos los efectos del tiempo y del espacio y disminuirá el rigor de la ausencia. Ya hemos previsto que la calma de tu carácter, la dulzura de tus costumbres y la gravedad de tu espíritu, te asegurarán días tranquilos y apacibles, que las tempestades del mundo casi no alterarán.
Los asuntos más graves de la villa, los que promovían tempestades en el Saloncillo, se trataban, o por mejor decir, se tocaban ligeramente sin apasionamiento alguno. Que los González habían despedido al capitán de la Carmen y nombrado en su lugar un andaluz. Cuando los González lo han hecho afirmaba uno lenta y sordamente, sus razones tendrían.
Por un lado parecen la matriz profunda de un mundo de seres vivientes, su suave y apacible cuna; por otra constituyen el centro y vehículo de las tempestades: los vientos, las trombas viajan á la superficie. Tanta dulzura, tanto furor, ¿acaso no es un contrasentido? No: esto prueba únicamente que el furor sólo turba la parte de afuera, las capas externas, poco profundas.
Con frecuencia me he representado la actitud que habrías tenido tú, con tu alta estatura; le habrías abierto los brazos para que pudiera refugiarse en ellos, como en un puerto donde las tempestades no se atreven a penetrar... pero, mírame y al decir esto dirigía una mirada de lástima a su cuerpo delicado y débil, cuyos flacos contornos se delineaban bajo la cobija. ¿Ese lenguaje no sería ridículo en mi boca?
Pero ni vientos ni tempestades podrán nunca apagar en mi corazón la llama eterna de mi viva gratitud por tan afectuosa bondad, y ruego a Dios que me permita un día dar a ustedes la prueba, aunque sea a costa de mi propia dicha...»
El jardín, insensible y sordo a las tempestades revolucionarias que descargaban sobre la iglesia, seguía desarrollando entre las arcadas su belleza sombría.
Cerrábase todo para nosotras, y de tal manera, que el cielo que todos veían azul y sereno, nosotras le veíamos nublado y siniestro, preñado de tempestades, y entre sus neblinas caliginosas parecíanos ver la muerte que cruzaba y sobre nosotras descendía, amenazándonos con su horrible guadaña.
Palabra del Dia
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