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Actualizado: 8 de junio de 2025


Y no bastaban a tranquilizarle las seguridades que le daban sus compañeros, fundándose en el instinto y la firmeza de las cabalgaduras.... ¡No era mucho, a la verdad, semejante garantía, única con que, de tejas abajo, contaban en ciertos pasos peligrosos!

Rugía con creciente ira el viento, y la tronada se había situado sobre los Pazos, oyéndose su estruendo lo mismo que si corriese por el tejado un escuadrón de caballos a galope o si un gigante se entretuviese en arrastrar un peñasco y llevarlo a tumbos por encima de las tejas. ¡Con cuánto fervor empezó el capellán a guiar el Trisagio misterioso!

El molino entero crujía, balanceando pesadamente sus aspas mutiladas, que resonaban con el cierzo lo mismo que el aparejo de un buque. Volaban las tejas de su destruida techumbre. En lontananza, los pinos apretados que cubrían la colina se agitaban zumbando entre sombras. Creyérase que era el alta mar...

El pobre más pobre puede siempre cosechar un repollo y ponerlo a hervir en su olla al amparo de cuatro tejas familiares. Difícilmente podrá encontrarse país alguno donde la propiedad esté tan distribuida como en Galicia. Hay fincas como una alcoba y otras como un pasillo.

El diablo, que es agudo en todo, ordenó que venida la noche, yo deseoso de gozar la ocasión, me subí al corredor, y por pasar desde él al tejado que había de ser, vánseme los pies y doy en el de un vecino escribano tan desatinado golpe, que quebré todas las tejas y quedaron estampadas en las costillas.

Era un pequeño chalet de grandes ventanas y levantados techos de tejas rojizas. María Teresa había sido casi su arquitecto, pues, cuando su construcción fue decidida, exigió que se copiase fielmente cierta casita pintoresca salida de la imaginación fantástica de Kate Greenway. La noche huía, el día asomaba.

Las pinas de los botareles parecían avergonzadas asomando sobre la cubierta vulgar; los arbotantes se hundían y desaparecían entre las áridas construcciones de las dependencias adosadas a la catedral; las torrecillas de las escaleras se ocultaban tras aquel lomo de tejas groseras. Los dos muchachos, resbalando en las cornisas verdosas por las lluvias, seguían los bordes superiores del edificio.

En la provincia de la Guayana, que está al sur de Caracas, se dice así mismo que hay un pueblo, á quien llaman el Dorado, por ser tan rico, que las tejas de las casas son de oro; y al norte del nuevo Méjico, que hay un pais denominado la Gran Quivira, reducido á un imperio floridísimo, que se formó de las ruinas del Mejicano, retirándose allí cierto principe de la sangre real de Montezuma.

Hija de mi alma, yo no tengo ni un clavo ni una astilla, pero le juro a usted por mi salvación que un domingo me salgo por las afueras y robo una teja para llevársela a usted... robaré dos, tres, una docena de tejas... Y hay más.

El trapero creía abarcar con sus ojillos pitañosos toda la humanidad albergada bajo este caparazón de tejas, que a aquellas horas corría y gritaba por las celdillas y callejones de la enorme colmena. Su voz tomaba un acento solemne, como siempre que creía decir algo trascendental. La hembra, Isidro, es inferior al hombre e indigna de él.

Palabra del Dia

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