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Actualizado: 14 de mayo de 2025
«Todos somos iguale, decían muchos burgueses de Vetusta, la nobleza ya no es nadie, ahora todo lo puede el dinero, el talento, el valor, etc., etc.»; pero a pesar de tanta alharaca, a los más se les conocía hasta en su falso desprecio que participaban desde abajo de las preocupaciones que mantenían los nobles desde arriba.
Si él no fuera tan desgarbado de cuerpo y le hubieran puesto a estudiar aquella carrera, ¡cuánto se habría aplicado! Seguramente, a fuerza de sobar los libros, le habría salido el talento, como se saca lumbre a la madera frotándola mucho.
Se llama don Simón de los Peñascales; es de arraigo, como a usted le gustan los hombres; tiene treinta mil duros de renta, y además mucho talento. ¡Ya, ya! gruñó por toda respuesta el tabernero.
Era un joven muy bien dotado, que si hubiese querido dar impulso a sus dotes naturales, habría llegado a ser un hombre de talento. Pintaba acuarelas muy agradables, pero sobre todo era excelente músico, y algunas de sus composiciones, valses, «berceuses» y sinfonías eran de un mérito superior.
Cada frase de elogio que llegaba a sus oídos, cada nota de sobresaliente que veía escrita debajo del nombre de su hijo, producía a la pobre madre espasmos de alegría. Ya no abrigaba duda alguna de que heredaba el talento de su padre. Alguna vez sentía remordimientos pensando que distribuía con poca equidad el cariño entre sus dos hijos.
La mujer por fuerza es en todo como las de nuestro Tirso, y suponiendo que no sea él el autor, la escribió un poeta de mucho talento, que imitó con tanta habilidad como destreza el estilo de su famoso coetáneo. Cautela contra cautela fué copiada después por Moreto en El mejor amigo el Rey, y Siempre ayuda la verdad, y por Matos Fragoso en Ver y creer.
Su existencia, antes de su llegada a Raveloe, había estado llena por el movimiento, la actividad del espíritu y las relaciones íntimas que en ese tiempo, como en nuestros días, distinguían la existencia de un artesano incorporado desde temprano en una secta religiosa, de miras estrechas, en que el laico más pobre tiene probabilidades de hacerse notar por el talento o la palabra, y en la que por lo menos influye su voto silencioso en el gobierno de la comunidad.
Y tal vez por no encontrar partido mejor ha apechugado con el boticario don Policarpo, el cual, sí bien es feo, es inteligente y tan gracioso que nadie debe maravillarse de que seduzca y enamore con su labia a una mujer de talento.
Se encontraba en el centro de un grupo que se había situado frente al ejecutante, bastante cerca de la primera puerta. Godfrey estaba inmediato, no para admirar el talento de su hermano, pero sí para no perder de vista a Nancy, que estaba sentada en el grupo cerca del señor Lammeter.
Tienes talento, eres coqueta y desgraciadamente para mi, tienes una cara demasiado bonita y... ¡Al fin y al cabo! interrumpí, satisfecha, así es como me gustan los sermones. No me interrumpas, Reina, te hablo seriamente. Vamos a ver, tío, razonemos: la primera vez que me visteis, me dijisteis: eres terriblemente linda. Y ¿qué hay con eso, sobrina? ¿Qué hay?
Palabra del Dia
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