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Actualizado: 15 de junio de 2025


Sánchez Morueta contemplaba con admiración á su primo. ¡Ah; su Luis! ¡Que hombre!... Su pensamiento tímido y fluctuante sentíase arrastrado por las palabras del médico. Le entusiasmaba aquella apología de la actividad universal.

Al cabo concluyó por reirse. ¡Pero esto es estúpido! ¿Qué mosca os ha picado? Y acercándose con decisión a Socorro, le dió un beso sonoro en la mejilla. Besémonos, hija, porque si no temo que a estos chicos simpáticos les un ataque de nervios. La Socorro le pagó el beso con otro más tímido, manifestándose reservada y circunspecta.

El matón no era el Ferrer: era él, señor de la torre, descendiente de tantos varones ilustres y orgulloso de su origen. La vergüenza le hizo tímido, sumiéndolo en torpe confusión. No sabía cómo irse ni por dónde escapar.

Pasaba el tiempo, y de un momento á otro iban á adjudicar la banca. Creyó de nuevo en su buena estrella al ver á un joven deslizándose tímido entre los grupos. ¡Spadoni!... ¡Spadoni!

Este que era un hombrecillo, flaco, rasurado, de aspecto tímido e inofensivo, empleado en el Tribunal de Cuentas, guardaba bajo capa de cordero un corazón de lobo. Jamás se vio un nombre más exigente para las patatas fritas y el chocolate. Doña Mónica temblaba en su presencia como la hoja de un árbol.

Tal vez el temible orador estaba ya hablando á estas horas. Flimnap corrió al palacio del gobierno, entrando en el ala ocupada por el Senado. Su amor por Gillespie le sugería las más atrevidas resoluciones. El tímido profesor, que pocos días antes era incapaz de la más pequeña iniciativa, se asombraba ahora de su audacia.

Tragomer no respondió; estaba sinceramente conmovido y pensaba: "He aquí uno de los hombres más animosos que he conocido. Tiene conciencia de ser tímido y aun así sigue adelante". No quiso decir á Marenval lo que pensaba, temiendo asustarle si le hacía comprender hasta qué punto le juzgaba digno de estima.

Era blanca y sonrosada, sin la rudeza cobriza y dura de las hembras del campo. Tenía en sus facciones una delicadeza de monja aristocrática y bien cuidada, una pálida suavidad, animada por el reflejo luminoso de la dentadura y el tímido brillo de sus ojos bajo el pañuelo semejante a una toca monástica.

Cuando el tren pasó por la linde del parque se agitó un pañuelo en una portezuela, pero Raúl, en pie en su ventana, con un cigarro en la boca, no respondió siquiera a aquel tímido adiós y una vez que el último vagón hubo desaparecido en una nube de humo, lanzó un suspiro de satisfacción y dijo: ¡Al fin!... Un estreno es siempre penoso.

En la misma Sevilla han de haber vivido en el mayor aislamientoDe aquí infería el Conde que sus desconocidas, aunque sevillanas, habían vivido lejos del mundo, o por carácter tímido, o por excesiva pobreza, o por extravagancia del marido.

Palabra del Dia

irrascible

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