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Actualizado: 15 de junio de 2025


El orgullo tiene mas malicia, la vanidad mas flaqueza; el orgullo irrita, la vanidad inspira compasion; el orgullo concentra, la vanidad disipa; el orgullo sugiere quizas grandes crímenes, la vanidad ridículas miserias; el orgullo está acompañado de un fuerte sentimiento de superioridad é independencia, la vanidad se aviene con la desconfianza de mismo, hasta con la humillacion; el orgullo tiende los resortes del alma, la vanidad los afloja; el orgullo es violento, la vanidad es blanda; el orgullo quiere la gloria, pero con cierta dignidad, con cierto predominio, con altivez, sin degradarse; la vanidad la quiere tambien, pero con lánguida pasion, con abandono, con molicie: podria llamarse la afeminacion del orgullo.

Si la Policía no encuentra nunca a los autores materiales de los atentados contra los patronos, ¿cómo va a encontrar a los autores morales? Si no descubre, ni por casualidad, la mano que mata, ¿cómo va a descubrir el cerebro que sugiere la idea de matar?

Muéstrase defensor de la humanidad, pero al hombre para mantenerle solo le procura lo que le destruye. Mírale por la parte de lo sensible, y por este lado le levanta, dándole licencia para quanto le sugiere el apetito y el gusto: no le mira por la parte de la razon, ni del juicio, y por eso se abstiene de darle buenas máxîmas.

El Juan Montalvo, que me sugiere estas reflexiones, lo dice: los hispano-americanos son para los españoles carne de su carne y huesos de sus huesos. Todo cuanto contra ellos digamos, hasta cierto punto, nos cae encima.

Es el hombre que más práctica la religión y menos piensa en ella. Ni duda ni cree. Acepta lo establecido, viviendo en un sonambulismo intelectual. Si alguna vez el pensamiento, desvelándose, le sugiere una crítica, la ahoga al momento por el miedo.

El plan que le sugiere para la realización de este designio, es el siguiente: la sultana Zelora ha tramado con el joven Mahamud una conspiración para atentar á la vida del Sultán la noche inmediata; se encontrará un puñal en poder de Zelora y una carta á Mahamud, que probarán su traición.

Son muchos los asuntos en todas clases donde sucede lo mismo, pues solo llegan á la verdad los que entienden los principios; los demas no alcanzan nada, ó se confunden con inciertas opiniones. El otro modo de formarse las opiniones consiste en no atarse el entendimiento á las verdades fundamentales, sino tomar en lugar de ellas por principios lo que le sugiere su propio ingenio.

Si hay alguna obra digna de ser guardada en el santuario más recóndito del arte, es, sin duda, El Príncipe constante, porque el poeta ha prodigado en ella todos sus encantos hasta un extremo inconcebible, empeñando todas sus fuerzas en componer una obra maestra de perfección sin igual y superior á las facultades humanas; la devoción y la fe, como el sonido solemne del órgano, llenan su conjunto y parecen imprimirle su carácter divino, celebrando lo terrestre y su transfiguración más elevada, y convirtiendo los dolores y las lágrimas, himno que pronuncian los labios del mártir moribundo, en cántico de adoración y de júbilo . Tales son las palabras que nos sugiere nuestro sentimiento, excitado por la obra más eminente de uno de los más grandes poetas de todos los tiempos, costándonos no poco esfuerzo recobrar de nuevo la tranquilidad de espíritu necesaria para analizar y criticar las demás creaciones suyas.

Y he alargado la mano perplejo, temeroso. ¡Y no era nada! Es decir, que era algo; pero era algo grato, era algo jovial y sano. He aquí lo que decía el telegrama: «Llego mañana en el correoVerdaderamente, esto no traspasa los límites de una frase vulgar; pudiéramos decir que no sugiere nada agradable. ¡Pero es que este telegrama lo firma Sarrió! ¿Sarrió va a llegar mañana en el correo?

Pues bien: leyendo una comedia de Shakespeare toparon mis ojos con esta frase: «La mujer es un manjar de los dioses cuando no lo adereza el diablo». Quedéme suspensa y cavilosa. ¿Quién será este diablo aderezador? Ya sabéis que el gran poeta inglés se expresa siempre en una forma cortante y misteriosa. Su fuerza, más que en lo que dice, está en lo que sugiere.

Palabra del Dia

rigoleto

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