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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Yo me someto a la fuerza. Resignarse y someterse tranquilamente lo hacen los que no sienten con intensidad las desgracias. Supongo que no querrás decirme que yo no he sentido profundamente a tu padre. Debo creer que V. lo ha sentido mucho, porque era un modelo de padres, de hermanos y de caballeros. Así es, y te aconsejo que lo imites siempre.
Bien está, mi bella esquiva repuso Stein con dulzura ; respeto todas las delicadezas y me someto a todas tus voluntades. ¿No es acaso, como dice uno de vuestros antiguos y divinos poetas, la mayor de las felicidades la de obedecer amando? Capítulo XIII
Nuestro señor el público lo dirá: a su inapelable fallo me someto gustoso. En las aprobaciones insertas en la edición príncipe de El Diablo Cojuelo elogiaron esta novela fray Diego Niseno, padre basilio, y fray Juan Ponce de León, de la orden de los Mínimos.
Ya ves a lo que me aventuro. ¿Quieres tú también aventurarte? Quiero contestó sin arrogancia y con tranquilidad Fray Miguel. Para el rejuvenecimiento continuó el Padre Ambrosio que ha de verificarse en ti, se requiere algo parecido a la muerte, aunque no sea muerte. ¿Te sometes a ello? Me someto.
Someto a usted el deseo de un amigo y afirmo que no sé nada de él que no sea honroso... Pero ¿quién se ha de atrever a garantizar la perfecta armonía de las naturalezas, de los caracteres, de las almas?... Tiene usted miedo por él, ¿verdad? Nuestras miradas se cruzaron y creí leer en el fondo de la suya menos desprecio que pena. ¿Qué respondo a Givors? dijo por fin.
Y no me ofende más que el dolor de no ser rey, puesto que al rey amáis vos; pero levantáos, señora, no sois vos la que debéis estar á mis pies. ¿Es decir que tenéis empeño formal en que yo no os reconozca? Creed que hay en mí grandes razones para no querer ser conocido de vos. Respeto esas razones, señor, las respeto, y me someto á vuestra voluntad. ¿Quedamos, pues, en que yo no soy el rey?
Yo comprendo esas luchas, esas querellas, esas violencias, cuyo eco debió herir los oídos de usted más de una vez, y en las cuales se arrancaba, pedazo á pedazo, á su desdichada madre, ¡la última herencia y el pan de sus hijos! ¡Señor, por piedad! Me someto, señor marqués... me limitaré á lo presente.
Palabra del Dia
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