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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Clapés, recordando sus consejos de la noche anterior, apretó satisfecho la mano de Jaime. ¡Se acabó lo de la chueta!... Su alma de payés se alegraba de esta solución. Haces bien en irte. Lo otro... lo otro era una locura. Segunda parte

Por un momento creyó que iba á matarla. Los hombres serios, tímidos y sumisos son terribles en sus explosiones de cólera. El marido lo sabía todo. Con la misma paciencia que empleaba en la solución de sus problemas industriales, la había estudiado día tras día, sin que pudiese adivinar esta vigilancia en su rostro impasible.

Estas ó serán extensas ó ; si lo son, serán otra vez divisibles, si no lo son, serán simples; y resultará que en la division de la materia hemos de llegar á puntos inextensos. Si se quiere evitar esta última consecuencia, es preciso apelar á la divisibilidad hasta lo infinito: bien que este recurso, mas bien parece un medio de eludir la dificultad, que no una verdadera solucion.

Pero los más reconocían que la justicia se encontraba en presencia de uno de aquellos casos dudosos de cuya solución hay que desesperar hasta que alguna circunstancia inesperada viene a aclararlos, y que con mayor frecuencia permanecen irresolutos para siempre. La noticia de que por fin se había encontrado a Ana, llevó la curiosa expectación al grado de la fiebre.

Solucion de una dificultad contra la revelacion. Pero Dios, objetará el incrédulo, es demasiado grande para humillarse á conversar con su criatura; mas entónces tambien deberíamos decir, que Dios es demasiado grande para haberse ocupado en criarnos.

El doctor Montifiori fue el primero en advertir que mi tío era un partido; pero ¿cómo, por qué medio iniciar la campaña diplomática para conseguir sus fines? El insigne gomoso pensó, caviló mucho, hasta que un día se dio un golpe en la frente con la mano, como el hombre que ha encontrado la solución de un problema.

El senador lo declaraba con desaliento: nadie quería enterarse de la verdadera solución del problema social. ¡Qué país!... Así andaba él. Caliéntese usted la cabeza, trabaje usted noches y noches, estudie condensando en innumerables notas toda la sabiduría del mundo, para que después le hagan a uno menos caso que a un novillero.

Pero usted puede decirme algo respecto a esta extraña pesquisa de Blair; algo, quiero decir, que pueda ponerme en la senda de la solución del secreto. El secreto de cómo obtuvo su fortuna, dice usted, ¿eh? Por cierto. ¡Ah! mi estimado señor, eso no lo descubrirá nunca, fíjese bien, aun cuando llegue a vivir hasta los cien años. Burton Blair se cuidó bien de ocultar eso a todo el mundo.

Tal vez esperaba la muerte como una liberación, aquella muerte cuya proximidad adivinaba al trabajar en el escandaloso edificio objeto de sus cóleras. Morir era una solución para aquel hombre sencillo, que se indignaba contra un mundo apartado de los sanos principios y contra la mala suerte que convertía en aprendices del crimen a los hijos de los servidores de la ley.

Eso es cortar el nudo... Pues no hay más solución. Echarla.

Palabra del Dia

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