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Actualizado: 26 de julio de 2025


¿No sabe usted?... Vengo sola desde casa de D.ª Trinidad... Vengo a cenar con ustedes... Pero háganme el favor de mandar un recado a papá. Se esforzaba en aparecer serena y risueña. Conque solita, ¿eh? Solita a las ocho de la noche dijo D. Martín en tono de broma. ¡Ay, si supieran ustedes qué agitada venía!... Anda tan poca gente por la calle.

Vamos á probarlos concluyó diciendo y nos refrescaremos la boca... A ver, Solita, hija, haz el favor de subir y traérnoslos. No tengo gana respondió secamente ésta. Velázquez quedó suspenso y acortado. Vamos, querida manifestó tímidamente, es cuestión de un instante... Los tienes á la puerta misma del comedor, en un cesto... Es que no tengo ganas de subir escaleras ahora.

¡Ay señorito! exclamó ella, siempre rodeada de sus niños y con un quinqué de petróleo en la mano . El lujo del pobre: mucha escoba y mucho trapo. Si fuera solita, no digo que no compraría algunas cositas que nos hasen farta, y estaría regulá. Pero ¡cómo quiere uté que una porspere con esta gusanera de chico! El símil no dejaba de ser exacto.

Don Quintín no pudo reprimir el atrevido pensamiento, y repuso: Monina, ¿me quieres a de huésped? No, porque vivo solita; un señor mayor, ; pero hombres de buena edad, así como usted... ¡nones! ¡De buena edad! ¿Qué cosa podía lisonjearle más? Una mujer joven y bonita le consideraba peligroso.

De pronto sus ideas variaron, y sintiendo dolorosa angustia en su alma, como impresión de horrible vacío, pensaba así: «¿Pero a quién me volveré ahora? ¡Dios mío, qué sola estoy! ¡Por qué te me has muerto, amiga de mi alma, Mauricia!... Por más que digan, eras un ángel en la tierra, y ahora estás divirtiéndote con los del Cielo; ¡y yo aquí tan solita! ¿Por qué te has muerto?

Cuando tío y sobrina se quedaron solos, dijo ella con la energía de quien no admite contradicción: Óigame usted bien, tío. Quiero irme a vivir solita, porque me conviene; no hay fuerzas humanas que me hagan desistir. Y le advierto a usted una cosa: que todo lo que se trae usted con la Carolina, la que estaba de corista cuando yo trabajaba.

Usted no quiere nada con las paisanas: le parecen poca cosa. Todo para las señoras que hablan en extranjero y ni Dios las entiende... No, hijo: ¡si no quiero nada con usted! Paseo mejor solita... Ahí tiene a su yanka mirando al mar con medio ojo y con el otro medio buscándolo a usted. Acérquese, que le espera.

Palabra del Dia

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