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Actualizado: 13 de junio de 2025
Y los dos amigos, pasando un pequeño puente, sintieron bajo sus pies la estabilidad del suelo firme, marchando entre los grupos que avanzaban al encuentro de los pasajeros con las manos tendidas o los brazos en alto, prontos al estrujón cariñoso. Un joven con acento español abordó a Fernando. «¿El señor Ojeda?...» Venía de parte del tío de su cuñado.
Apenas habían dado algunos pasos, cuando sintieron por la parte de fuera un aliento jadeante, y vieron en lo alto de la estacada la cabeza de un perro, el cual cayó inmediatamente á sus pies y se puso á ladrarles, sin atender á las razones de don Primitivo, que le decía: Ven acá, Canelo... ¿No me conoces, Canelo?... ¿Dónde está tu amo, Canelo?...
En la estancia "El Cepillo", al pie de la cordillera, en una noche oscura y tormentosa de invierno, se sintieron gritos de niño. Al día siguiente encontraron, en efecto, a un pobre niño extraviado, acurrucado en el hueco de un árbol viejo y muerto de frío.
Aunque era en el mes de agosto, Marta y las amigas sintieron frío repentino en el claustro y corrieron a refugiarse en la iglesia, donde don Serapio, acompañado del órgano, degollaba la hermosa plegaria de Stradella. Esperose algún tiempo, con grandes ímpetus de curiosidad. Nadie atendía a la cascada voz del fabricante de conservas.
Las calles, empedradas de grueso guijarro, resplandecían a la luz de los reverberos. Al salir de la casa unos tomaron por la calle abajo; otros, entre ellos Fernanda, hacia arriba en dirección a la plaza. Pocos pasos habían dado cuando sintieron el estrepitoso trotar de unos caballos que doblaban en aquel instante la esquina y bajaban hacia ellos.
¡Y, sin embargo, me gustan! insistió modestamente Kotelnikov. ¡Allá usted! dijo el subjefe . Yo, por mi parte, detesto a esas bestias color de betún. Todos sintieron una especie de satisfacción al pensar que había entre ellos un hombre tan original que se pirraba por las negras. Con este motivo, los comensales de Kotelnikov pidieron seis botellas más de cerveza.
El puede más que los alambrados malos. ¿Alambrados?... ¿Pasa? ¡Todo! Alambre de púa también. Nosotras pasamos después. Los dos caballos, vueltos ya a su pacífica condición de animales a que un solo hilo contiene, se sintieron ingenuamente deslumbrados por aquel héroe capaz de afrontar el alambre de púa, la cosa más terrible que puede hallar el deseo de pasar adelante.
Al respirar el aire fresco sintieron una alegría que no procuraron disimular. Hablando y riendo fueron a juntarse con el resto de la comitiva. Los ingenieros explicaban a Salabert un nuevo método de destilación que podía introducirse, con el cual no sólo se elevaría enormemente la producción, sino que podría utilizarse el vacisco, o sea la parte menuda del mineral.
Quedaron admirados de tan gran prodigio, y sintieron en sus corazones grandes afectos de piedad y religion, con que les creció el ánimo, y tuvieron por cierta la victoria, pues con tan claras señales el cielo les favorecia. Reposaron aquella noche, no con poco cuidado de que fuese la última de su vida. Sábado por la mañana que fué el siguiente, á los 21 de Junio salieron de sus murallas y reparos.
Salvaron casi todo el valle caminando por una de las laderas. Á la mitad de él próximamente sintieron el lejano y débil repiqueteo del tambor. Algo más adelante percibieron un murmullo ó rumor vago y confuso que despierta siempre dulce emoción en los que asisten á esta clase de regocijos. La romería estaba cerca.
Palabra del Dia
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