United States or Slovenia ? Vote for the TOP Country of the Week !


No, señor, no era por eso; él quería trabajar, pero no encontraba en qué: buscó un empleo mucho tiempo y no quisieron dársele y ahora andaba tras de una concesioncita de ferrocarril, sin resultado; había visitado a senadores y diputados y hasta a cierto ministro, que tenía fama de dejarse untar la mano... Pero, ¿qué van a darte con esa facha? dijo riendo la señora.

Cleveland amigo de España ó amigo al menos de la justicia, no comprendo qué nos propondríamos lograr si de oficio pidiera satisfacción nuestro Gobierno de las injurias que nos han dirigido los senadores. Inútilmente pondríamos al Sr.

Así, las cinco damas encargadas del gobierno eran denominadas «los altos y poderosos señores del Consejo Ejecutivo», y las otras mujeres directoras de la Administración pública se titulaban «ministros», «senadores», «diputados», etc. Por eso Flimnap había protestado al oir que el gigante le llamaba profesora en vez de profesor.

¡Es verdad!... ¡Es verdad! murmuraron los senadores y el público con asombro, como si pasase ante sus ojos un relámpago deslumbrante. Imagínese el ilustre Senado continuó Gurdilo qué efecto tan desastroso habrá producido ayer en el pueblo, y sobre todo en la juventud estudiosa de los colegios, ver á un hombre vestido de un modo que parece desafiar á la moral y á las conveniencias.

Aquí Gurdilo se lanzó rencorosamente contra Momaren, describiéndolo sin dar su nombre, relatando sus desgracias domésticas, su lucha con Popito, su odio contra el gigante, por creerle cómplice de Ra-Ra. Hasta los senadores más amigos del Padre de los Maestros rieron francamente cuando el senador fué relatando, con una cómica exageración, todo lo ocurrido en la tertulia literaria.

El vapor Antioquia llevaba un fuerte cargamento de senadores y representantes, sin duda no-asegurados, y por lo mismo su viaje era doblemente interesante.

»Si se deja continuar este espectáculo subversivo, si no se le pone remedio, el llamado «partido masculista», insignificante y ridículo en el presente, crecerá hasta convertirse en una gran fuerza; los hombres querrán llevar pantalones, y nosotros, las mujeres que somos senadores, guerreros, funcionarios, en una palabra, todos los que desempeñamos un cargo público ó contribuímos á la buena marcha del Estado, todos los que somos cabeza de una familia, tendremos que vestirnos con faldas.

En medio de la general aclamacion, una voz seca, grave, segura y poderosa, dejó helados á los senadores, al público y al Emperador mismo: aquella voz inexorable, aquel acento de la conciencia, de la amistad y del cariño, aquella palabra que parecia ser la palabra yerta y metálica de un cadáver, dijo clara y resueltamente: ¡NO! Quien pronunció este no tremendo fué el senador Vieillard.

Los senadores no eran vitalicios, siguiéndose para todo cargo público los principios de eleccion periódica y alternativa; y el poder ejecutivo seria ejercido por un solo individuo. Entre las importantes leyes dadas al pais habia dos, una del 19 y otra del 28 de Julio, ambas notables.

Se lo he dicho al presidente del Consejo Ejecutivo, á muchos senadores, al gobierno municipal de la ciudad y á todos los periodistas que conozco, excelentes muchachas, que ahora me prestan alguna atención, después de no haberme hecho caso nunca, y se dignan repetir en sus artículos todo lo que me oyen.