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Efectivamente, unos segundos después, oyéronse los pasos de alguien que subía la escalera, abriose la puerta y apareció Amaury. A pesar de estar advertida, Antoñita no pudo reprimir un grito que pareció despertar al doctor de su letargo y de su postración. ¡Amaury! exclamó Antoñita. ¡Amaury! dijo tranquilamente el doctor, cual si se hubiese separado la víspera de su pupilo.

Y los dos segundos, del Moral y Cámpora, significan el abolengo, la tradición, la historia patria. Y es natural que Rosalía luzca estos dos apellidos aristocráticos junto a los otros oscuros, aunque meritorios.

¿No la conoce usted? preguntó algo acortado por la intención que advertía en las palabras de D.ª Josefa. No, señor, es forastera. Pues hágale usted subir. Tardó pocos segundos en aparecer una linda joven como de veinticuatro años, rubia, de rostro blanquísimo y facciones delicadas, vestida con elegancia peregrina. En su vida había visto el P. Gil, ni aun en Lancia, una dama tan distinguida.

Corneta, toca á la carga: dijo, y al escuchar los soldados los bélicos sonidos de la trompeta pusieron al galope sus cabalgaduras y segundos después, se había entablado una cruenta lucha, cuerpo á cuerpo, de la que no salieron muy bien tratados los Independientes que la sostuvieron, breves minutos.

Últimamente, D. Pantaleón había levantado la tapa de los sesos a un perro, y por espacio de algunos segundos pudo observar el juego de su mecanismo cerebral. Por desgracia, el perro falleció al instante. Sólo ligerísimos apuntes sacó para el famoso descubrimiento. Pero estos apuntes fueron agua preciosa para su molino.

Pero al poner los pies en el suelo, su flaca naturaleza, hondamente perturbada por lo que acababa de suceder y por la vista de su confesor tendido en el suelo, le faltó también y cayó presa de un síncope. El del P. Gil era un desmayo pasajero. Tardó pocos segundos en volver en .

Después que lleguemos a ese bosque vas a experimentar una sorpresa. ¿De veras? Ya verás, ya verás. En efecto, así que estuvieron en el bosque y caminaron algún tiempo por él, tropezaron con una cueva tapada a medias por los árboles y la maleza. Marta, sin decir palabra, se introdujo en ella, y en dos segundos desapareció.

Ya iba impacientándose por la tardanza de su señor que acaso no pasase de arrendatario cuando al oír sonar prolongadamente un timbre, se acomodó de nuevo ante el tocador. Pocos segundos después, una doncella levantaba la cortina de la puerta dejando paso y diciendo: El señorito.

Pasaron de aquella sala a otra, donde lo severo de la ornamentación no excluía la comodidad y el regalo, y allí, arrellanado el tío en un sillón de cuero, sentado apenas el chico en el borde de una silla, miráronse mutuamente algunos segundos, tratando cada cual de explorar las intenciones del otro.

NOTA. Esta latitud es mayor que la del Teniente de navio de la Real Armada, D. Rosendo Rico Negron, de 3 segundos; lo cual hace muy poco en la práctica de la náutica. La refraccion la he tomado de la tabla que trae Magallanes para las alturas de los astros, dentro y fuera de los trópicos.