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Actualizado: 28 de julio de 2025
Pero le inspiró una repugnancia invencible este cuerpo abundante en seducciones: tuvo miedo á su contacto; quiso huir de las sorpresas eléctricas de su carne... Además, él no iba á maltratarla á cada encuentro, como un bellaco profesional de los que mezclan el amor y los golpes. Recordaba con tristeza sus violencias de Barcelona.
Aquella sociedad tiene sus escándalos como todas las sociedades: raptos, seducciones, adulterios, suicidios y hasta duelos. Hablan de las guerras y de las batallas pasadas con un profundo conocimiento de lo sucedido, porque el negro y el pardo porteño saben batirse con la bizarría del mejor de los soldados y caer sobre el campo de la acción como caen los héroes.
Si también sobre ella habían obrado turbadoras seducciones, y había sabido domarlas y alejarlas, ella, que a juicio del mundo habría sido más excusable al acogerlas, ¿no era natural que juzgara severamente la debilidad de ese hombre?
La idea de la belleza se asocia naturalmente a las de la bondad y de la virtud, que son contiguas, hasta el punto de que nada sea más fácil que atribuir estas dotes a los seres hermosos; pero ¿acaso no estaba acostumbrado, no solamente a defenderse de las deducciones demasiado naturales y no comprobadas todavía, a observar con igual penetración a los otros, a sí mismo y a la vida; acaso no había concluido por negar a ésta toda importancia? ¿De modo que iba a pagar su larga, enérgica, desesperada resistencia a todas las seducciones, con una alucinación repentina?
En Báden-Báden, como en las demas ciudades de la misma naturaleza, todas las seducciones del artificio y de la elegancia se unen á las de la topografía, la vegetacion, etc., para atesorar encantos que halaguen al viajero. Al penetrar bajo las bóvedas umbrías de las alamedas se cree uno en un inmenso bazar parisiense.
Te engañas cuando dices que a nada aspiras, que nada ambicionas. ¡No sospechas cuántos encantos y cuántas seducciones tiene la vida! «Perdóname, y no pienses mal de mí; serías injusto, y la injusticia no cabe ni cabrá nunca en un corazón tan noble y tan generoso como el tuyo.
Yo no quiero collares, yo no quiero perlas, yo no quiero más regalos que él mismo, su presencia, su compañía, que es para mí el mayor regalo. Pero se va ¡se va todas las noches y me deja sola! ¡Y es que ya no le intereso! No, Luisita, no. ¡Cómo no has de interesarle! O le interesa más el Jockey. Tampoco. El hombre comparte ambas seducciones: tu compañía y el trato de los amigos.
Se repetía el caso de que, cuando ellas creían tenerle conquistado con carantoñas y mimos, él las engañaba con fingida sumisión, y escamoteándoles la voluntad, se alzaba con el santo y la limosna. Era muy listo para el mal, y hallábase dotado de seducciones raras para hacerse perdonar sus travesuras.
A los dieciséis años, Virginia era una criatura llena de seducciones y de gentileza, con las manos y los pies muy menudos y un cuerpo grácil, que comprendía todos los ritmos y daba vida á todos los disfraces.
Neris, con una coquetería de anciano, desplegó todas las seducciones de un espíritu todavía joven y siempre amable evocando los lejanos recuerdos del tiempo en que, joven, bella y amada, la de Raynal se le había aparecido radiante del brazo de su esposo bajo aquel hermoso cielo de África... ¡Casi el cielo natal! suspiraba con una sonrisa melancólica en los labios!
Palabra del Dia
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