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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Mi menor hermano está en el Pirú, tan rico que con lo que ha enviado a mi padre y a ha satisfecho bien la parte que él se llevó, y aun dado a las manos de mi padre con que poder hartar su liberalidad natural; y yo, ansimesmo, he podido con más decencia y autoridad tratarme en mis estudios y llegar al puesto en que me veo.

En su semblante brilla la salud y la robustez, su fisonomía indica el bien-estar, tiene una muy linda moza para su recreo, y me parece muy satisfecho con su hábito de diaguino. Por Dios santo, caballero, respondió fray Hilarion, que quisiera que todos los Franciscanos estuvieran en el quinto infierno, y que mil veces me han dado tentaciones de pegar fuego al convento, y de hacerme Turco.

Quedó Gallardo satisfecho por esta noticia durante algunos días, pero luego volvió a preguntar, con la insistencia del enfermo que cree pendiente a todo el mundo del estado de su salud. ¿No había escrito? ¿No había preguntado más por él?... El apoderado intentaba excusar el silencio de doña Sol, consolando de este modo al espada.

Y entonces él me dice: Yo he oído a Martínez de la Rosa: ¿usted ha oído hablar de Martínez de la Rosa? ¿Quién no ha oído hablar de Martínez de la Rosa? , que le he oído nombrar mucho. Y el viejo me mira satisfecho y prosigue: Era un orador... Al llegar aquí tose pertinazmente y se aliña después la barba. Era un orador...

El autor no nos engaña; en su introduccion nos lo dice bien claro: allí hace su programa, y más adelante lo cumple... El lector debe darse por satisfecho: ¿qué más podria pedir un pueblo á su gobierno ó un distrito á su diputado? He dicho ántes, y vuelvo á afirmarme en ello, que nadie leerá con indiferencia este tomo de poesías.

Estos últimos párrafos ya no los leía el Magistral en voz alta, sino que había vuelto a sentarse y leía sin ruido y para dentro. Aunque algunos celos tenía de Santa Teresa, de la que veía enamorada a su amiga, estaba satisfecho, y el gozo le saltaba por ojos, mejillas y labios. «Aquello era vivir; lo demás era vegetar.

El seminarista contemplaba satisfecho esta destrucción.

Desde los tiempos del segundo cardenal de Borbón, era el señor Esteban Luna jardinero de la catedral, por derecho que parecía vinculado en su familia. ¿Cuál fue el primer Luna que entró al servicio de la Santa Iglesia Primada? El jardinero, al hacerse esta pregunta, sonreía satisfecho, y sus ojos miraban a lo infinito, como queriendo abarcar la inmensidad del tiempo.

Asesinaban al rival como al infeliz Maestrico; y después, de casados, satisfecho el primer ímpetu de su apetito exacerbado por la escasez de mujeres, se entregaban al trabajo que gastaba su voluntad y sus fuerzas; olvidaban el amor hasta despreciarlo, para no pensar más que en el dinero, como si los envenenase el viento de fortunas rápidas y milagrosos encumbramientos que parecía soplar sobre las minas.

Por toda la fachada extendíanse, formando cuadriláteros, listones de madera carcomida con clavos y abrazaderas de hierro oxidado. Eran restos de las grandes iluminaciones con que la casa conmemoraba ciertas fiestas en sus tiempos de esplendor. Jaime pareció satisfecho de este examen.

Palabra del Dia

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