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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Luego miró el mar; el señor tenía razón: ya no picarían los peces, pero él estaba satisfecho de la jornada.
«París 18... »¡Diez y ocho meses hace ya que estoy aquí! Sí, mi querido Domingo, diez y ocho meses han transcurrido desde que nos separamos en aquella pequeña plaza diciendo hasta la vista. Veinticuatro horas después, cada uno de nosotros pusimos manos a la obra. Deseole, mi querido amigo, que esté más satisfecho de sí mismo que yo lo estoy de mí.
Era un caserón destartalado y obscuro, muy satisfecho de lucir sobre su pórtico ojival una vetusta cruz de arenisca roja, con una inscripción latina. Junto a aquella casa, vi otra más pequeña con postigos grises, y el jardín detrás. La conocí en seguida y entré sin llamar.
Roger y Tristán, que se habían detenido á algunos pasos de distancia del arquero, vieron que la baronesa palidecía y que su esposo se sonreía satisfecho. Ya véis, señora mía, dijo, que no quieren dejar tranquilo al viejo lebrel cuando se preparan á levantar la caza. ¿Qué me dices, arquero, de esta Guardia Blanca de que aquí me hablan?
Ya sabes que Joaquín Pez ha venido de la Habana, casado con una americana muy rica. Da gusto verle, según está de contento y satisfecho». Isidora palideció. Después dijo: «Ya lo sabía... Toma, si le vi, le vi una tarde. Yo iba por la Red de San Luis y pasó él en coche. Me vio, pero el tunante fingió que no me veía.
Ayestarain, que nos había dejado un instante, salió muy satisfecho del estado de la enferma; descansaba con una placidez desconocida aún. La madre miró a otro lado, y yo miré al médico: podía irme, claro que sí, y me despedí. He dormido mal, lleno de sueños que nada tienen que ver con mi habitual vida.
Su enternecimiento era eminentemente piadoso, sobre todo en las noches de luna. Encerrado en su casa, en su despacho, después de cenar, o bien escribía versos a la luz del petróleo o manejaba sus librotes; y por fin se acostaba, satisfecho de sí mismo, contento con la vida, feliz en este mundo calumniado donde, dígase lo que se quiera, aún hay hombres buenos, ánimos fuertes.
Pero vio que no se burlaba, y contestó con cierta satisfacción: No se prepara mal la fiesta. Son muchos los que desean ver nuestros tesoros. ¡Ay, hijo! ¡Bien lo necesitamos! Tú, que te alegras de nuestro mal, puedes estar satisfecho. Vivimos en horrible estrechez.
La oportuna carta de la reina Isabel podía explicarla por completo, porque el olvido de la abdicación quedaba con ella satisfecho; y desagraviada Currita, pudo a tiempo renunciar a su revancha.
Yo -replicó Sancho- ya he dicho a mi amo que me contento con el gobierno de alguna ínsula; y él es tan noble y tan liberal, que me le ha prometido muchas y diversas veces. Yo -dijo el del Bosque-, con un canonicato quedaré satisfecho de mis servicios, y ya me le tiene mandado mi amo, y ¡qué tal!
Palabra del Dia
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