Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 8 de mayo de 2025
Use usted el que prefiera. Pues prefiero don Guillén. Es el que suelen preferir las señoras dijo don Guillén, con dejo satírico. Por mi parte, si usted me lo permite, le designaré como señor Eurípides; me sabe a república entró a decir don Celedonio de Obeso, ateo declarado y republicano agresivo; en el fondo, un pedazo de pan, un zoquete.
Juan Montiño había oído hablar muchas veces á Quevedo, tres años antes, en ocasión en que andaba huído en Navalcarnero, por cierta muerte que había causado en riña, muchas y picantes aventuras acontecidas en la corte: sabía que la corrupción de las costumbres había llegado en ella al último límite, que las damas más principales solían verse muchas veces, á consecuencia de sus galanteos y de sus intrigas, en situaciones extraordinariamente extrañas y comprometidas; ¡pero la reina!... la lengua de Quevedo, que nada respetaba, había respetado siempre á las damas de la familia real; acaso el gran mordedor, el gran satírico, había guardado silencio por consideración, por afecto, por un galante respeto, acerca de la reina y de las infantas... pero...
El teatro será uno de mis objetos principales, sin que por eso reconozca límites ni mojones determinados mi inocente malicia, y para que se vea que no soy tan satírico como dan en suponerlo; mil pequeñeces habrá que deje a un lado continuamente, y que muy de tarde en tarde haré entrar en la jurisdicción de mi crítica.
como dijo, quizá harto duramente, el austero y satírico poeta, sin hacer más que cortejar a mujeres livianas? ¿Por qué no te casas con una mujer honrada, de tu clase, y te formas una familia? A esta lluvia de preguntas contestó con mucho reposo el Condesito: Todas las excitaciones de usted, querida madre, son tan buenas, que yo las seguiría sin vacilar si de mí dependiera seguirlas.
El cuadro era digno del satírico pincel de Hogarth; los mimos de mi tío con su joven esposa, llena de caprichosos antojos, de manías y veleidades, tenían ese sello característico de los devaneos seniles, que rebajan la energía del hombre y deprimen tanto la dignidad de los ancianos.
Allí conocí y traté al señor Sergio Sobolefski, sujeto muy ilustrado y amable, poeta satírico de gran nombradía en su tierra y notable conocedor y admirador de la literatura española.
No obstante, con la apariencia de hombre cortés e inofensivo, guardaba en el fondo de su alma un fondo satírico que le servía para vengarse lindamente, con alguna frase incisiva y oportuna, de las demasías de sus amiguitos los sietemesinos del Club. Estos le profesaban una mezcla de afecto, desprecio y miedo. Nadie conocía su procedencia, aunque se daba por seguro que había nacido en humilde cuna.
Pesándome de que me llamen todos los días, desde el año 9 en que nací, por el mismo apellido, cien veces dejé aquél con que vine al mundo, y ora fui el Duende satírico, ora el Pobrecito hablador, ora el Bachiller Munguía, ora Andrés Nipresas, ora Fígaro, ora... y qué sé yo los muchos nombres que me quedarán aún que tomar en los muchos años que, Dios mediante, tengo hecho propósito de vivir en este bajo suelo; porque si alguna cosa hay que no me canse es el vivir; y si he de decir la verdad, consiste esto en que a fuerza de meditar he venido a conocer que sólo viviendo podré seguir variando.
Me llamo, pues, Fígaro; suelo hallarme en todas partes; tirando siempre de la manta y sacando a la luz del día defectillos leves de ignorantes y maliciosos; y por haber dado en la gracia de ser ingenuo y decir a todo trance mi sentir, me llaman por todas partes mordaz y satírico; todo porque no quiero imitar al vulgo de las gentes que, o no dicen lo que piensan, o piensan demasiado lo que dicen.
¿Y quién será ella? ¿quién será ella? decía el receloso satírico. Y seguía, sudando, á pesar del frío, á los dos jóvenes, que andaban harto de prisa.
Palabra del Dia
Otros Mirando