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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Algunos oyentes, los más sombríos, sonreían con gesto compasivo oyendo sus maldiciones a la fuerza y sus himnos a la dulzura y al triunfo por la resistencia pasiva. Era un ideólogo, al que había que oír porque servía a «la causa». Ellos, que eran los hombres, los luchadores, sabrían en silencio aterrar a la sociedad maldita, ya que se mostraba sorda a la voz de la Verdad.

Y era pendiente de veras aquel repecho del camino real de Santiago a Orense en términos que los viandantes, al pasarlo, sacudían la cabeza murmurando que tenía bastante más declive del no cuántos por ciento marcado por la ley, y que sin duda al llevar la carretera en semejante dirección, ya sabrían los ingenieros lo que se pescaban, y alguna quinta de personaje político, alguna influencia electoral de grueso calibre debía andar cerca.

La peor de todas, amigo mío. ¡Se casa! Hubo una exclamación general. ¡Oh! Es muy cursi burlarse del matrimonio... Maugirón, tu degeneras. El matrimonio, dijo Marieta, es una institución que se debe conservar como oro en paño. Primero, porque sin él habría una cantidad enorme de solteros. Después, porque los nobles arruinados no sabrían cómo reponerse.

Porque toda su aspiracion fué europeizarse, y desde el infausto día de su casamiento, gracias á tentativas criminales; ha conseguido poco á poco trasformarse de tal suerte que á la hora presente Quatrefages y Virchow juntos no sabrían clasificarla entre las razas conocidas.

Es tan ameno y bello este parage, Que las hijas de Pierio bien podrian Dejar de Tracia el monte y su boscage, Que aquí mas soledad cierto tendrian. Y aquellos que siguiesen su lenguage En breve de sus ciencias mas sabrian, Y en metro y dulce verso el casto coro Al mundo descubriera su tesoro.

También sabrían inventar y fabricar nuevas armas más poderosas, apelando á la colaboración de las mujeres científicas y de las que dirigían la industria. ¡Antes la guerra, una guerra larga y sangrienta como las de Eulame, que verse vencidas y esclavizadas por el hombre, lo mismo que en otros siglos!

De estos despilfarros solo protestaba la vecindad con cierta disculpable envidia: lo malo era que marido y mujer no comían ni se iban de campo solos, como recién casados o amantes de poco tiempo, sino que siempre les acompañaban dos hermanos, Luis y Genoveva, de los cuales el primero cortejaba a Casilda, mientras la segunda bromeaba con Damián: si el tal cortejo era platónico y las tales bromas inocentes, ellos lo sabrían; pero un conocido que les vio merendando más allá de la Bombilla, decía que aquéllo era un escándalo, que cuando les sorprendió, Luis tenía a Casilda cogida por la cintura, y que Genoveva retozaba con Damián.

El gran orador fué breve y luminoso en su arenga, repleta de consejos para los gobernantes. Ya que un nuevo invento masculino hacía inútiles por el momento los salvadores rayos negros, las mujeres sabrían valerse igualmente del antiguo material de guerra de los hombres olvidado en las universidades.

Sería una causa de maldición para los rebeldes que hubieran buscado deliberadamente un bien que en virtud de alguna suprema razón era evidentemente mejor que no lo poseyeran. Si una cosa no debía existir, decía Nancy, era un deber estricto el renunciar hasta al deseo de conseguirla. Y la verdad es que los hombres más sabios no sabrían expresar en mejores términos los principios de Nancy.

Yo empleo mi capital honradamente, y ayudo al empresario, al trabajador; soy uno de los agentes de la industria y recojo la natural ganancia.... Estas son habas contadas; y si estos curas de misa y olla que ahora se usan, supieran algo de algo, sabrían que la Economía política me autoriza para cobrar el anticipo, el riesgo y, cuando hay caso, la prima del seguro....

Palabra del Dia

ciencuenta

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