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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Pero con esta estratagema, en vez de avanzar retroceden y acaban por desaparecer de escena. Las mujeres sueltan la carcajada. Creo, Escipión, que hay un defecto en tu plan. Queriendo avanzar, hemos retrocedido, que diría Sócrates. EL GRUESO ROMANO. ¡Yo no comprendo! PABLO EMILIO. Señores romanos, ¡seamos valerosos! ¿A qué nos exponemos? ¿A uno o dos arañazos?
Y el P. Camorra cerraba sus puños. Y á decir verdad, observó el P. Sibyla como dirigiéndose nada más que al P. Irene; el que quiere enseñar, enseña en todas partes, al aire libre: Sócrates enseñaba en las plazas públicas, Platon en los jardines de Academo, y Cristo en las montañas y lagos.
Verdad, verdad santa, pobre diosa destinada á sufrir y llorar por todos nosotros; destinada á sacrificarse por todos los hombres, y á recibir en cambio la burla y el insulto de los mismos que tú redimes con tus dolores; tú que has sido quemada en tantas hogueras; tú, que con la cabellera tendida por la espalda, vestida de luto y con los ojos húmedos y encendidos, subiste tantas veces la escalera infame de tantos cadalsos; tú, envenenada en Sócrates; crucificada en Jesucristo; ajusticiada en la doncella de Orleans; cargada de hierros en Colon; muerta de miseria en Cervantes; pobre diosa, vive y llora, llora y triunfa, porque tú triunfas aún cuando lloras!
Sócrates y Platon presintieron, por intuicion poética, las sublimes verdades del progreso moral. Herodoto es el verdadero rival de Homero, y Tito-Livio eclipsa muchas veces á Virgilio.
Es la máxima apatía e indiferencia; la ataraxia. Pero el filósofo necesita del dramaturgo, para no ser estéril ni perecer. Y el dramaturgo necesita del filósofo, para no ser vano ni desaparecer. Sófocles necesita de Sócrates, y Sócrates necesita de Sófocles. Los diálogos socráticos tienen forma dramática y los diálogos sofóclitos tienen fondo filosófico.»
Un día le embargaron todo, y Estupiñá salió de la tienda con tanta pena como dignidad. ii Aquel gran filósofo no se entregó a la desesperación. Viéronle sus amigos tranquilo y resignado. En su aspecto y en el reposo de su semblante había algo de Sócrates, admitiendo que Sócrates fuera hombre dispuesto a estarse siete horas seguidas con la palabra en la boca.
En efecto, como el árbol y el fruto en la simiente, los descubrimientos científicos, las máquinas y las invenciones que han elaborado las instituciones libres, la salud, la riqueza y el bienestar, estaban en el camino inaugurado por Euclides, Sócrates, Fídias, Aristóteles y Arquímedes, y no estaban en la senda en que trabajaron Zoroastro, Moisés, Confucio, Buda, Jesús y Mahoma, como que no han sido encontrados por sus respectivos secuaces o fieles, sino, por sus rebeldes, herejes o infieles a medias o a enteras, que, apartándose de esta vía, se echaron a andar por aquella.
Algún día quizá se me ocurra referir por lo menudo lo que hube de averiguar de su vida, y sobre todo recoger por curiosidad sus doctrinas, opiniones, aforismos y paradojas; de donde pudiera resultar un libro que si no emula las Memorabilia en que Xenofonte dejó reverente y filial recuerdo de su maestro Sócrates, será de seguro porque ando yo tan lejos de Xenofonte como don Amaranto se aproximaba, tal cual vez, a Sócrates: un Sócrates de tres pesetas, con principio.
Si otros hombres no hubiesen trabajado con anterioridad en el mismo orden de ideas, ¿dónde hubiese encontrado el ilustre economista alemán los materiales necesarios para construir su obra? Indudablemente, Carlos Marx no tiene culpa ninguna de lo que ocurra en Barcelona ni en Bilbao. La culpa, como digo, es de Platón, a quien le comunicó las malas ideas el señor Sócrates.
Y como el señor Sócrates ya se tomó la cicuta, resulta que ya están castigados, no sólo todos los asesinatos de patronos que van perpetrados hasta la fecha, sino los que puedan perpetrarse en el corto porvenir que le queda a la clase patronal. El otro día he recibido la visita de un joven que tenía el rostro asimétrico, la frente huida y la mandíbula prognata.
Palabra del Dia
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