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Actualizado: 23 de junio de 2025


El árbol de su existencia estaba todavía repleto de savia: aún le quedaban muchas primaveras de hojas, muchos estíos de frutos. Más tarde, tal vez; cuando fuese leña seca... Lo único positivo é inmediato que sacó de esta resurrección fué el convencimiento de su ignorancia y del vacío de su existencia. En el mundo había algo más que saber idiomas y el manejo de las armas y los caballos.

Actualmente, el impulso de su corriente se transforma en fuerza viva para moler el trigo, tejer telas y producir un sinnúmero de transformaciones en la primera materia. Sus aguas y aluviones se cambian en savia y tejidos vegetales en los prados y alamedas; en la agricultura y la industria es nuestro gran auxiliar. En otro tiempo no sucedía así.

La savia de la vida, que el primero tenía como reconcentrada en el cerebro, había tomado en el segundo forma de energía física. Uno era de la estirpe de los que piensan, otro de la raza de los que obedecen.

En sus orillas surgen mazos de flores; árboles llenos de savia extienden sus largos brazos, y el que se pasea á lo largo de su orilla puede tranquilamente descansar á su sombra, contemplando el espléndido cuadro que se desarrolla entre dos sinuosidades. ¡Cuán diferente es el arroyo bajo las ciudades! El agua es igual en substancia, pero sólo para el químico.

Pero a la vuelta de la primavera, en la segunda quincena de marzo, mientras la generosa savia hacía retoñar las lilas, llegó a creer M. L'Ambert que sólo a su nariz le eran negados los beneficios de la estación y las bondades de la naturaleza. En medio del renacimiento general de todas las cosas, palidecía como una hoja de otoño.

Una que otra vez salía a caballo. Había hablado a su suegro de hacer un viaje por Italia, país que aun no conocía. La fuerza que hacía subir la savia de nuevo a su ser marchito, era un pensamiento dulce, tan dulce como vergonzoso, que ocultaba con cuidado a todo el mundo.

La embriaguez sagrada, á que contribuia la efervescencia de la savia juvenil de los lectores, ha pasado. El díctamo consolador que destilaban sus páginas no tiene ya la misma virtud: sin embargo, el rastro luminoso de la idea que le dió vida, la vibracion de aquella palabra reveladora, no se ha borrado del todo de la mente y la perciben aun los sentidos.

Y escudriñando los troncos de estos linajes matritenses, sería fácil encontrar que los Arnaiz y los Santa Cruz tenían en sus diferentes ramas una savia común, la savia de los Trujillos. «Todos somos unos dijo alguna vez el gordo en las expansiones de su humor festivo, inclinado a las sinceridades democráticas , por tu madre y yo por mi abuela, somos Trujillos netos, de patente; descendemos de aquel Matías Trujillo que tuvo albardería en la calle de Toledo allá por los tiempos del motín de capas y sombreros.

»Aquí, en los momentos de angustia, en esos días lóbregos en que en vano lucho y brego con los hombres y las cosas, al trasladar al papel mis pobres pensamientos, no me explico, no comprendo cómo no se transforma en Vesubio mi cabeza ni se convierte mi pluma en bayoneta. »Ustedes, los colombianos, tienen aun esperanzas de redención: allí hay vida, hay savia, hay esplendor.

Las tierras vegetales, mezcladas en diversas proporciones, tienen también su flora y su fauna; las rápidas pendientes expuestas al sol del mediodía, se encuentran pobladas de hierbas y arbustos que fabrican su savia en terreno seco; el fondo húmedo donde jamás llega un rayo de sol, da también vida á otra vegetación y el cieno que el agua cubre aún, aparece cubierto por un mundo vegetal que le es peculiar.

Palabra del Dia

rigoleto

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