Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 20 de junio de 2025
Trepé con agilidad por los escalones, rompí un cristal con una piedra, que llevaba en la mano, y quitando luego los pedazos de vidrios que quedaban aún en el marco, pasé por la abertura aquella la parte superior de mi cuerpo y me dejé resbalar hacia adentro. Caí de cabeza sobre el piso, me hice un enorme chichón en la frente y al otro día me trajo el cura un ungüento para disolverlo.
Todavía hay algo que usted no sabe y que le quiero decir. ¿Cómo la he mantenido durante tres meses? ¡Ay, tía! Rompí la hucha; tenía tres mil y pico de reales, lo bastante para que viva con modestia, porque es muy económica, sumamente económica, tía, y no gasta más que lo preciso».
Rompí el papel en cien pedazos..., ¡como si con este pobre recurso borrara su contenido de mi memoria, y la voz del que le había estampado allí no resonara en mis oídos, ni el fulgor de su mirada penetrase por mis ojos hasta el fondo del corazón! »El incendio se produjo otra vez; pero las fuerzas de mi discurso para huir de él por las callejuelas de extraños pensamientos estaban agotadas ya.
Su hermosura, su mirada, única entre todas las mujeres, habían sido mías bien mías, porque me habían sido entregadas con adoración también apreciará usted esto algún día. Hice lo humanamente posible para olvidar, me rompí las muelas tratando de concentrar todo mi pensamiento en la escena.
Faltóme el valor... ¡Qué vergüenza!... Metí el rostro entre las manos y rompí á llorar como un niño. Noté que ya no andaba, y sin verla sentí que su mirada se posaba sobre mí más dulce y compasiva.
Corrí a la gradería de bambú que daba al patio. Rompí la valla, y penetré en la cuadra. Mi caballo, preso en las tinieblas relinchaba, tirando furiosamente del cabestro. Salté sobre él, sujetándole por las crines. En este momento, por el postigo de la cocina que había saltado en astillas, penetró una horda armada de linternas, lanzas, clamando delirante.
Todos brincaban por el salón, acometidos de un vértigo en el cual debían de tener alguna parte el manzanilla y el amontillado que nos habían servido. Cuando nos cansamos, fuimos de nuevo a sentarnos. Cogí su abanico, le di aire fuertemente, tan fuerte, que lo rompí, lo cual fue ocasión de nuevas bromas y risas. No habíamos hablado nada de nosotros mismos.
La hora de retirarse llegó; rompí el pan en dos pedazos que hice desaparecer vergonzosamente en los bolsillos de mi paletot. Querido Máximo continuó la niña, hasta muy luego, ¿no es verdad? Tú me dirás si has encontrado algún pobre, si le has dado mi pan y si lo ha hallado bueno.
Yo soy feliz, la contesté, conque tú vivas tranquila, conque seas mi hermana. Ha sido necesario dar este paso para arrancarte del convento. Yo continúo mi vida sin deseos y sin esperanza, consagrada a ti, que continúas siendo mi hija. Allí seguro de no ser oído, de no ser visto, rompí a llorar: si no hubiera llorado mi corazón se hubiera roto.
Palabra del Dia
Otros Mirando