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Ya saben que somos pobres... que hay formalidad en casa, ya que no haigan otras cosas. ¡Estaría bueno que nos afligiéramos porque los tenderos no cobran estas miserias, sabiendo, como sabemos, que están ricos!... Es que no tienes vergüenza, Nina; quiero decir, decoro; quiero decir, dignidad.

¿Pero hoy no es día de fiesta?... ¡Ah, grandísimo zumbón! Ya adivino lo que quiere decirme con su sonrisa. , día de fiesta es, según nuestra Madre la Iglesia, y deben guardarla los que son ricos. Pero mire usted, cómo los pobres trabajan en todas las canteras. Yo no voy á privar de un jornal á mis peones, después de tantos días de lluvia, en los que no han podido hacer nada.

Pero en la presente noche el viejo se mostraba taciturno y más dispuesto á las lamentaciones que á distraer á camaradas. Y siempre será así continuó . El mal no tiene remedio. Siempre habrá ricos y pobres, y los que han nacido para servir á los otros tienen que resignarse con su triste suerte. Bien lo decía mi abuela, y eso que fué mujer.

Allí no se encuentran los relieves ni los aspectos severos de los Alpes; todo es risueño, suave y onduloso; el camino es literalmente una calle de verdura, que gira entre verjeles, prados floridos, murmurantes arroyos y tupidos bosques ricos en aroma y frescura.

¡Oh! ¡no me amas!... ¡me engañas!... Ya tenemos el magnífico aderezo... dijo doña Clara. Y aquí van otros diez... más ricos que aquel... ¿No creeréis que nuestro amor es interesado si aceptamos? Creeré que no me amáis si no recibís lo que os doy... lo que es tuyo porque eres mi hijo... lo que te doy secretamente porque no puedo dártelo de otro modo. Acepto, pues, madre mía.

Sin embargo, los Reyes que sucedieron á Felipe II, lo mismo los de su dinastía que los de la de Borbón, continuaron dispensando al Monasterio grandes mercedes y muy decidida protección, con lo que siguió siendo uno de los más ricos y florecientes de la Orden jerónima. Así llegó, sin novedad alguna digna de mencionarse, el año de 1809.

Y los oidores le decían: «Cálmese, licenciado, que ya se hará justicia»: se echaban el ferreruelo al hombro, y se iban a merendar con los encomenderos, que eran los ricos del país, y tenían buen vino y buena miel de Alcarria.

No faltaba dentro de ella ninguna de las comodidades y refinamientos que la moderna civilización proporciona a los ricos. Tenía una famosa habitación decorada al estilo persa, cuarto de baño, un espacioso comedor medianamente pintado y algunos lindos gabinetes pequeños y tibios, donde la luz entraba cernida por cristales de colores.

Así se expresaban los que tenían interés en que continuase en la tierra todo lo mismo, á la sombra protectora de las creencias. ¿Cómo no habían de indignarse los infelices contra una religión que les cerraba el camino de la justicia y el bienestar aquí abajo, para no darles más que la quimérica esperanza de una justicia divina que los ricos pueden sobornar con dádivas á los sacerdotes?

El patio mayor estaba todo entapizado por las paredes de muy ricos paños de raz, y por sobrecielo á manera de pabellon para defenderse del calor, se pusieron unas grandes velas de amarillo y colorado á tiras, con las armas reales de Aragon.