United States or Equatorial Guinea ? Vote for the TOP Country of the Week !


Todos sus movimientos, todos sus ademanes, eran tan serenos, tan suaves y reposados, que placía en extremo contemplarla y figurarse que aquellas innatas maneras señoriles respondían a un alto destino, tal vez a un elevado origen. Podía fantasearse mucho sobre este particular, porque Carmencita era un misterio.

No habían andado más de 20 minutos, cuando los exploradores de la Guardia Rural al mando del sargento Rizo y cabo Fifí, del Tercer Regimiento, rompían fuego contra un grupo de negros que, subidos en una loma inaccesible, les respondían á balazo limpio.

Los testigos honorables esperaban que el presidente terminase su pregunta y respondían sin apresurarse, de una manera detallada. El acusado, un joven con un cuello postizo muy alto, se acariciaba el bigotito y tenía los ojos bajos. Estaba preso por distracción de fondos y operaciones financieras sucias.

Preguntábamos á los Paresis, si adelante habria aquella agua; y respondian, que aun habiamos de andar cuatro dias, y cinco por tierra, para llegar á la nacion llamada Urtuesa, y decian que nos volviésemos, que éramos pocos: lo cual repugnaban los Xarayes; pues habiéndoles dicho que se volviesen á su pueblo, respondian que su rey les habia mandado que no nos dejasen, hasta volver á su provincia: los Paresis nos dieron diez indios, que juntos con los Xarayes nos guiasen á los Urtueses.

No respondían invariablemente Hans y Cornelio; pero su voz era poco segura. La chalupa, entre tanto, avanzaba con extraordinaria rapidez. Llevada por el viento y las olas, iba acercándose a la costa australiana, que ya no debía de estar muy lejos.

El estrépito de los coches y su número desusado sorprendían á los transeuntes, que se detenían, y al enterarse de que era boda gritaban riendo: ¡Vivan los novios! Y los de la comitiva respondían con vivas aún más sonoros, golpeando al mismo tiempo con los bastones hasta romperlos.

Toda esta lición tomaron bien de memoria, y otro día bien de mañana se plantaron en la plaza de San Salvador, y apenas hubieron llegado, cuando los rodearon otros mozos del oficio, que por lo flamante de los costales y espuertas vieron ser nuevos en la plaza; hiciéronles mil preguntas, y a todas respondían con discreción y mesura.

Si tropieza, si cae, han acabado sus días. Pero, en medio del desfiladero, Yégof se volvió, sentose en una piedra, y los cinco lobos, alrededor de él, con el hocico levantado, se sentaron también en la nieve. Entonces sucedió algo verdaderamente estupendo: el loco, alzando el cetro, comenzó a hablarles, llamándolos por su nombres. Los lobos respondían con lúgubres lamentos.

Pero en el mismo caso se hallaban los López, los Pérez y los Sánchez, los cuales protestaron enérgicamente contra tan infundada preferencia. En vano quiso explicarles el alcalde que los llamados Hijos de Padilla compusieron en otro tiempo una asociación de hombres libres; a esto respondían ellos que ya sabían que los Padillas eran hombres libres, y que nadie pensaba en disputarles este título.

Un poco más allá le respondían siempre. Y para hacer más llevadera su impaciencia, encontrábase de pronto en una hoz, cuyos taludes de escuetos peñascos parecían juntarse sobre la cabeza del aturdido expedicionario, y cerrarle la salida en todas direcciones.