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Actualizado: 26 de julio de 2025


El rey repetía palabra por palabra lo que le había dicho Lerma. La reina y el padre Aliaga callaron, porque sabían que en ciertas ocasiones era de todo punto inútil, y sobre inútil, perjudicial, el contrariar á Felipe III. En aquellos momentos, éste se estaba haciendo la ilusión de que era un gran rey.

Y para amostrar su incredulidad de negocianta de amor sorda a todos los gestos, palabras y juramentos de los parroquianos, repetía con delectación la frase criolla, final obligado de todos sus discursos: «¡A con la piolita!».

Besaron religiosamente, como un relicario, aquella pequeña mano blanca que acariciaba la esperanza de un crimen. Al despedirse, la hermosa mujer aun repetía: Rabichon, Lebrasseur, Chassepie y Mantoux. El duque fue el último en salir. ¿En qué piensa usted? le dijo ; parece usted preocupada. Pienso en Corfú. Piense usted en los amigos de París. Buenas noches, señor duque.

Y el campanero, sombrío y ceñudo, repetía en alta voz, continuando el curso de sus pensamientos: Y abajo, tantas riquezas que no sirven a nadie... amontonadas por puro orgullo... ¡Ladrones!, ¡ladrones...! Gabriel volvió a pasar los días al lado de Sagrario. Los discípulos se ocultaban cada vez con más empeño en su aislamiento de la torre.

Allí tambien reverberó tu lumbre Cuando bajó rodando de la cumbre Desmelenado el iracundo leon, A par que retumbaba en la eminencia El grito atronador de independencia Que repetia el mundo de Colon.

En hombros de su ejército esforzado, De balazos el pecho acribillado El campo de batalla abandonó. Estendido en el lecho de agonía Reconcentró de su alma la energía Para poderte contemplar ¡oh Sol! Y á veces repetia el fuerte anciano: «Pueda mirar el astro soberano «Que el dia de la América alumbróEl cielo oyó su ruego.

«Siéntese, Sr. D. José, y no se excite tanto. Hay que llevar estas cosas con paciencia». ¡Con paciencia, con paciencia! exclamó Ido, que en su estado eléctrico repetía siempre la última frase que se le decía, como si la mascase, a pesar de no tener muelas. , hombre; estos tragos no hay más remedio que irlos pasando. Amargan un poco; pero al fin el hombre, como dijo el otro, se va jaciendo.

Porque los que quedaban de estos negociantes sin patente, no tenían más que elegir que entre el fuego y el agua, como había dicho el gitano. ¡Fuego! ¡fuego sobre esos descreídos! repetía el oficial para estimular a su gente ; el señor obispo ha prometido indulgencias para esta Cuaresma, y puesto que el jefe se nos escapa, aniquilemos al resto de la banda. ¡Fuego!...

Así, para ilustre ejemplo de lo dicho, citaremos a Eurípides, a quien, desde muy antiguo, han acusado de corruptor. Sabido es que César, a fin de justificar todas las insolencias y maldades de que se valió para apoderarse de la dictadura, repetía con frecuencia ciertos versos del trágico mencionado.

Con Paco únicamente desahogaba, y pocas veces. Pero Ana creía en un complot y esto la ayudaba no poco en su defensa. Iba de tarde en tarde a casa de Vegallana, a pesar de protestas pesadas, insufribles de Quintanar, que repetía: ¡Qué dirán esos señores, Anita, qué dirán los Marqueses! Si don Álvaro perdía la esperanza, el Magistral tampoco estaba satisfecho.

Palabra del Dia

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